Para ello contaron con 60 adultos mayores, quienes realizaron tres sesiones a la semana de caminatas de 45 minutos a una intensidad moderada llevando consigo monitores de frecuencia cardíaca.
Además, los investigadores realizaron diversas pruebas para medir su capacidad aeróbica, su función motora, su estado de ánimo, así como su memoria y sus capacidades cognitivas. Este procedimiento se llevó a cabo durante un período de seis meses.
Tras ese tiempo, los expertos hallaron que caminar a paso ligero mejoraba la función motora y el estado de ánimo en un 15%, así como una mejora del control de la atención/respuesta en un 14%. De la misma forma, los voluntarios también presentaban una reducción del cansancio en un 11% y un aumento de la aptitud y la velocidad aeróbica de la marcha en un 7%.
“Los resultados de nuestro estudio sugieren que caminar puede proporcionar una manera segura y fácilmente accesible de mejorar los síntomas de la enfermedad de Parkinson y la calidad de vida de los pacientes. Las personas con enfermedad de Parkinson de leve a moderada que no tienen demencia y son capaces de caminar de forma independiente sin un bastón o andador pueden seguir con seguridad las directrices de ejercicio recomendadas para los adultos sanos, que incluyen 150 minutos por semana de actividad aeróbica de intensidad moderada”, afirma Ergun Y. Uc, líder del estudio.