Es verdad que preocuparse demasiado por el peso no es sano: te vuelves esclava de la alimentación y olvidas que la vida es para disfrutarla, no para contar calorías.
Sin embargo, es importante tener conciencia de lo que comes y de la forma en que tu cuerpo lo asimila.
Pero hay algo que puede jugarnos en contra cuando nos proponemos empezar a comer más sano: el tiempo.
Vamos al trabajo, tratamos de mantener una dieta sana, llegamos a nuestra casa por la noche y estamos tan cansadas que tomamos lo primero que encontramos, y eso suele ser lo más fácil de cocinar.
Hay una solución y, probablemente, va a ser lo que necesitas para seguir tu rutina y compatibilizarla con una alimentación más consciente: un procesador de alimentos. Es uno de los artículos de cocina clásicos, y le puedes sacar mucho provecho.
Por ejemplo, puedes preparar un rico hummus en el procesador y combinarlo con verduras o trozos de pan integral.
Vas a tener un plato sano, que además te producirá saciedad por las propiedades alimenticias de los garbanzos: son ricos en proteínas vegetales, regulan la digestión y ayudan al control del colesterol.
Lo bueno de usar el procesador de alimentos para cocinar es que puedes hacer comida para varios días, y además, molerla sin perder sus nutrientes, como ocurre cuando quitas la cáscara o cuando lo cocinas.
Otra opción es hacer cremas o puré de verduras. Por ejemplo, mezclar un poco de coliflor con brócoli, agregas algunos crutones y un poco de crema baja en grasa, y tienes un plato que al igual que el hummus te va a producir esa sensación de saciedad, pero de forma sana.
¿Te gustan las hamburguesas de verdura? Agrega un poco de quínoa, zanahoria o las verduras que quieras, mételas al procesador, mézclalas con pan rallado, sal, pimienta, orégano y perejil -si decides usar queso este es el momento de agregarlo- y te quedará algo delicioso y sano.
