Los tumores neuroendocrinos son lesiones que pueden ocurrir de manera esporádica o en relación con algunos síndromes, en cualquier parte del cuerpo, debido a un descontrol en las células neuroendocrinas.
Se desarrollan de manera lenta y sin dolor o con síntomas muy similares a otras afecciones, que hacen que el diagnóstico se convierta en un reto para los médicos.
Debido a sus características, la afección requiere la participación de varios especialistas, tanto para establecer el diagnóstico como su tratamiento, entre ellos están: gastroenterólogos, endocrinólogos, oncólogos, cirujanos y patólogos, este último con una responsabilidad de alto valor.
La doctora María Elena Ruiz, integrante de la sección de patología gastrointestinal y hepática del Instituto Anatomopatológico de la Universidad Central de Venezuela, explicó que el patólogo confirma y establece el diagnóstico de la lesión neuroendocrina, a través de un estudio microscópico de la muestra de tejido (biopsia) que se le toma a un paciente.
Asimismo, detalló que el patólogo aplica una técnica especial denominada inmunohistoquímica, para encontrar unos gránulos característicos de las células neuroendocrinas, también debe determinar el índice de proliferación celular lo cual permite clasificar a la lesión en grados que van del 1 al 3, y que ayudan a establecer el tipo de tratamiento.
“Para poder lograr esto de manera exitosa el patólogo debe contar inicialmente con una adecuada información clínica por parte del médico tratante.
La calidad de la muestra debe ser óptima, permitiendo un procesamiento histológico (estudio de los tejidos) adecuado, que junto con la experiencia del patólogo permitan realizar un diagnóstico certero”, resaltó la especialista.
Capacidad combinada
Las células neuroendocrinas son unos elementos anatómicos que combinan alguna característica de una célula del sistema nervioso con la capacidad de liberar hormonas al torrente sanguíneo. Estas células están desplegadas en todo el cuerpo conformando la red del sistema neuroendocrino.
Como sucede con todas las células del cuerpo, las neuroendocrinas crecen, mueren y son reemplazadas por otras.
Cuando este ciclo se altera ocurre la formación del tumor, que se localiza con mayor frecuencia en órganos del tubo gastrointestinal, el páncreas y los pulmones.
Los tumores neuroendocrinos son neoplasias poco frecuentes, cuyos factores de riesgo aún no están bien definidos.
De acuerdo con estudios epidemiológicos, en Estados Unidos y Europa se registra actualmente una incidencia de 2,5 a 5 nuevos casos por cada 100.000 habitantes al año.
Este índice no ha parado de crecer en los últimos años, se cree que en parte debido a la mejoría de las técnicas diagnósticas y al aumento en el conocimiento de esta patología, por parte de los especialistas involucrados en su diagnóstico y tratamiento.
El cáncer neuroendocrino es curable si se detecta en etapas tempranas y antes del desarrollo de metástasis. La terapia de estos tumores, refiere la página web de la Alianza Internacional de Cáncer Neuroendocrino, depende del tamaño, grado, localización, expansión y estado general de salud de la persona afectada.
Puede variar desde la cirugía hasta las terapias químicas y hormonales, como por ejemplo se hace con la aplicación del análogo de la hormona somatostatina.