¿Es seguro practicar sexo tras un infarto? Esta es una de las preguntas que muchos pacientes se realizan tras haber pasado por un ataque al corazón.
Un nuevo estudio llevado a cabo por científicos de la Universidad de Ulm (Alemania) concluye que el sexo no aumenta el riesgo de sufrir un infarto y que es, aparte de saludable, totalmente seguro.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores contaron con la participación de 536 voluntarios con enfermedad cardiaca y con edades comprendidas entre los 30 y los 70 años de edad a los que realizaron un seguimiento durante 10 años haciendo hincapié en los 12 meses previos a un ataque al corazón.
Todos ellos cumplimentaron un cuestionario de autoevaluación cuyos datos arrojaron que el 14,9% de los pacientes aseguró no haber mantenido relaciones sexuales en los 12 meses antes de un ataque al corazón; el 4% mantuvo encuentros sexuales al menos una vez al mes antes del infarto; el 25,4% practicó sexo menos de una vez por semana y el 55% reveló mantener relaciones sexuales varias veces por semana.
Estos resultados, comparados con el seguimiento durante una década (en el que se produjeron 100 casos de infartos o similares), sirvieron para estimar que la asociación entre la frecuencia de la actividad sexual con la aparición de eventos cardiovasculares posteriores, como un ataque al corazón o un accidente cerebrovascular, no representaba un factor de riesgo, aun habiendo mantenido relaciones sexuales 24 horas antes del infarto (el 78% de los participantes).
Mantener relaciones sexuales equivale a realizar una actividad física moderada como dar un paseo a paso rápido o subir dos pisos de escaleras. Por ello, “parece muy poco probable que la actividad sexual sea un detonante importante de un ataque al corazón.
Y es importante tranquilizar a los pacientes de que no tienen que estar preocupados y deben reanudar su actividad sexual habitual.
La falta de tiempo o la vergüenza no deben ser una excusa para evitar hablar de sexo con los pacientes, ya que es algo esencial para la salud mental y física del paciente cardiaco”, explica Dietrich Rothenbacher, líder del trabajo.
El estudio ha sido publicado en la revista The Journal of the American College of Cardiology.