El vértigo es una sensación ficticia, generalmente de tipo rotatorio, de desplazamiento del cuerpo o de los objetos situados a su alrededor.
Debe diferenciarse del mareo, que consiste en una sensación de inseguridad e inestabilidad, algo parecido a la ebriedad, mientras que el vértigo provoca en el paciente una impresión de movimiento o giro, que puede ser pasajera, durar horas o incluso días.
En mucho casos el vértigo se acompaña de nistagmo, que consiste en un movimiento involuntario y espasmódico de los ojos, que puede ser horizontal, vertical o rotatorio, y puede afectar a un solo ojo o a ambos.
El vértigo se asocia con una alteración, ya sea permanente o transitoria, del equilibrio. Puede presentarse a cualquier edad, aunque predomina entre los 40 y los 60 años y es más frecuente en mujeres.
Mecanismo del equilibrio
El sistema del equilibrio es un complicado acto reflejo. La información se transmite a partir del sistema visual y vestibular (que se aloja en el oído interno). A través de esta puerta de entrada la información asciende hasta el cerebro, donde es procesada. El vértigo está causado por la recepción de mensajes erróneos o la interpretación equivocada de señales a nivel del cerebro.
En muchos casos también se encuentra dañado el reflejo vestíbulo-ocular. Este reflejo es el encargado de estabilizar la imagen en la retina al girar la cabeza, para mantener así una imagen nítida.
Para entenderlo mejor: cuando giramos la cabeza hacia la derecha, nuestros ojos automáticamente se mueven hacia la izquierda para mantener la misma imagen que teníamos antes del giro.
Ante la deficiencia o alteración de este reflejo, el paciente realiza movimientos oculares rápidos denominados sacadas, si estas sacadas ocurren cuando se rota la cabeza hacia la derecha, será el vestíbulo derecho el que está afectado.