Para el presidente de la Fundación Torres-Picón, la cual se enfoca en labores preventivas de la obesidad en niños y niñas, “es conveniente enterarse y aprender de nuevos estudios e investigaciones que parecen aclarar malos entendidos o mitos relacionados con las causas del sobrepeso”.
Contrariamente a lo que se ha venido pensando, los lácteos enteros podrían ser grandes aliados de la salud metabólica humana. El diario ABC.com ha publicado un interesante trabajo al respecto que resulta útil compartir.
El fundador y vocero de la Fundación Torres-Picón hace referencia al citado reportaje… Las dos últimas investigaciones en esta línea han visto la luz en el mes de septiembre.
La más pequeña, con 254 participantes francocanadienses, y publicada en “Applied Physiology, Nutrition and Metabolism”, determinó que los lácteos pueden reducir el riesgo de obesidad y diabetes tipo 2.
El origen de esta protección estaría, según los investigadores, en el ácido transpalmitoleico, presente de forma natural en la grasa de la leche, queso, yogurt y mantequilla, y que ha demostrado recientemente tener beneficios para la salud.
En concreto, en este estudio, su presencia en sangre se relacionó con una menor presión sanguínea en hombres y mujeres y menor peso corporal en hombres.
Además, se asoció con un menor nivel de glucosa en sangre.
Los lácteos, la fuente más eficiente de calcio para nuestros huesos, se han convertido desde hace algún tiempo en las víctimas de una corriente de opinión que quiere colocarlos como el origen de los todos los males. Que si engordan, que si todos somos intolerantes, que si se puede vivir sin ellos...
Sin embargo, cada vez más estudios están revelando que su mala fama es injusta y que, contrariamente a lo que se piensa, podrían ser unos grandes aliados de nuestra salud metabólica, publicó ABC.com
No obstante, el consumo elevado de carne que, al igual que la leche, contiene grasa saturada, sí se asoció con un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
El estudio mencionado podría ser una confirmación más de lo que ya vienen sospechando los expertos, que no todas las grasas saturadas son igual de perjudiciales.
Uno de los productos en los que se encontró una asociación inversa más fuerte en un estudio sueco fue el yogur. Precisamente, una investigación dirigida por el profesor Martínez y publicada el pasado julio en “Nutrition, Metabolism and Cardiovascular Diseases”, concluyó que un alto consumo de yogur (al menos 7 unidades a la semana) se asocia con un menor riesgo de sobrepeso u obesidad.
Una de las teorías que baraja el investigador para explicar esta relación es que una mayor absorción de calcio puede reducir la formación de nuevo tejido adiposo e incrementar el metabolismo del tejido adiposo ya formado.
En una revisión publicada este año en “The American Journal of Clinical Nutrition”, el doctor Arne Astrup, jefe del departamento de Nutrición de la Universidad de Copehague, recuerda que estudios observacionales han revelado que la relación entre el consumo de leche y sus derivados y la incidencia de enfermedad cardiovascular es inversa.
Astrup también se refiere a que el calcio y otros componentes bioactivos podrían modificar los efectos de las grasas saturadas en los niveles de colesterol malo y triglicéridos.
Pero los resultados de estos estudios no dan carta blanca a todos los perfiles. Hay que consultar con el médico antes de hacer cualquier cambio en la dieta.
“La relación entre la obesidad y los productos lácteos, entre el efecto protector frente a la hipertensión o frente a la diabetes al mejorar la sensibilidad a la insulina, van a depender fundamentalmente de la materia grasa láctea (también de otros nutrientes) y el genoma de cada uno de nosotros, pues éste va a determinar la forma de responder.
Eso es lo que constituye la nutrición personalizada”, advierte la doctora Joima Panisello, médico internista, directora general de la Fundación para el Fomento de la Salud y vicepresidenta de la Asociación Método por Intercambios.
Dos de las razones por las que algunas personas deciden abandonar los lácteos es por la fama de que engordan o de que todos somos un poco intolerantes a la lactosa.
Respecto a lo primero, Marta Gámez, directora técnica de Grupo NC Salud aclara: “Consumir lácteos junto con una dieta variada y moderada, no pone en peligro nuestro peso.
En cualquier caso, todo depende de la cantidad total de lácteos que se consuman al día (a mayor cantidad, mayor conveniencia del uso de desnatados)”.
Tampoco es cierto que todos tengamos problemas para digerir la leche. “La mayoría de las personas en nuestra sociedad occidental seguimos produciendo lactasa una vez superada la niñez, con lo que seguimos tolerando la leche de forma natural”, explica en el artículo de ABC.com Para Pedro J. Torres, vocero y presidente de la Fundación Torres-Picón, la cual viene trabajando en prevención de la obesidad infantil, “no hay duda alguna sobre la conveniencia de enterarse y aprender de nuevos estudios e investigaciones que parecen aclarar malos entendidos o mitos relacionados con las causas del sobrepeso”.
Contrariamente a lo que se ha venido pensando, los lácteos enteros en efecto podrían ser grandes aliados de la salud metabólica humana. Pero siempre, la última palabra, en estos delicados temas, corresponde a los profesionales de la salud y en especial a los expertos médicos. GF/EDC