Está claro que cuidarse durante el embarazo no es sólo cosa de comer sano y no consumir drogas. Y es que dentro de la práctica de hábitos saludables parece que el control del estrés es más que relevante.
Así lo deducimos de un estudio recientemente publicado en Early Human Development (2015) sobre la influencia que tiene el estrés materno durante el embarazo y el futuro desempeño del niño en tareas de memoria de trabajo y atención, dos capacidades que se relacionan a su vez con el rendimiento académico.
En el experimento, André Plamondon, de la Universidad de Toronto, y su equipo de colaboradores, se basan en los hallazgos previos obtenidos con roedores en los que se ha visto el impacto negativo que tiene el estrés materno en las capacidades de aprendizaje espacial y memoria de las crías.
En su trabajo participaron 236 mujeres embarazadas y sus hijos. Se les hizo un seguimiento desde el segundo trimestre del embarazo hasta que los niños cumplieron 4 años, valorando con distintos cuestionarios el grado de estrés que habían sufrido y las capacidades cognitivas de los pequeños.
Los resultados mostraron que, efectivamente, los hijos de las madres más estresadas mostraron peores capacidades atencionales (cambio de la atención) a la edad de año y medio. Además, esos niños también rindieron peor en la capacidad de memoria de trabajo espacial a los 4 años, aunque sólo en los chicos que tuvieron peores cuidados postnatales.
Según los autores, sus datos resaltan dos aspectos fundamentales a los que podrían dirigirse intervenciones especializadas de cara a favorecer un mejor desarrollo cognitivo en los niños: el estrés de la madre durante el embarazo y los cuidados del bebé después del parto. Y por si eso no fuera suficiente, añadimos la posibilidad de no conformarse con lo que uno tiene y ejercitar esas capacidades de atención y memoria para potenciarlas al máximo.