Un porcentaje importante de nuestro cuerpo es agua (alrededor de 60%, aunque varía con la edad). Esa agua se distribuye en diferentes comportamientos: dentro y fuera de las células (agua intra y extracelular). El agua extracelular se distribuye entre el compartimento vascular (vasos sanguíneos) e intersticial (tejidos).
Existen otros compartimentos menos representativos como el líquido cefalorraquídeo o los propios huesos. El intersticio se encuentra en todos los tejidos, dando soporte. Existe un movimiento de agua entre los vasos sanguíneos y ese intersticio. Este movimiento de agua depende de diferentes factores.
Es importante que la pared vascular, y especialmente el endotelio, actúen como una barrera eficaz, reteniendo sustancias que permiten que el líquido se mantenga en esos vasos, como sucede con la albúmina. La albúmina es una proteína fundamental para la homeostasis del medio interno. Genera un efecto químico que retiene el agua dentro del compartimiento vascular.
En contra de ese efecto, existe una presión física dentro del vaso que puede empujar el agua hacia el intersticio. El equilibrio entre ambos efectos controla a grandes rasgos el movimiento de agua entre el compartimento vascular e intersticial, dado que no suele haber albúmina en el intersticio (salvo que la pared vascular sea excesivamente permeable), y no hay presión en los tejidos (salvo que se haga desde fuera mediante compresión, por ejemplo). La presión dentro de los vasos depende de que el retorno se produzca sin problemas, evitando un remanso excesivo de la sangre con el consiguiente aumento de presión.
La aparición de un edema o hinchazón en los pies, se puede deber a diferentes factores. Puede haber una retención de agua y sal en el organismo de tal calibre que produzca una expansión tan importante que la presión hídrica dentro del vaso aumente tanto que provoque esa salida de líquido hacia el intersticio. Esa retención puede deberse a una disfunción renal (órgano muy importante para el control de los líquidos y sal corporales) propia o generada por algún otro órgano (corazón o hígado).
También, se puede producir un problema de retorno venoso, por la presencia de coágulos dentro de las venas, compresión de dichas venas, mal funcionamiento de este sistema de drenaje, debido a una dilatación excesiva que destruye un sistema valvular antirretorno (como sucede en las varices) o bien por una disfunción muscular (la contracción de los músculos favorece el drenaje o bombeo de la sangre).
El edema será de muy diversas características. Suele ser leve y afectar a los tobillos, sobre todo con el calor o grandes viajes, apareciendocon el transcurrir del día. En este caso, no suele tener importancia. Ahora bien, cuando ese edema aumenta, se hace asimétrico, se extiende a otras partes del cuerpo, continua empeorando a lo largo de todo el día y se asocia a otras molestias, conviene consultar ante la posibilidad de ocultar algún proceso de entidad.