Resulta que el denigrado tubo digestivo es mucho más importante de lo que creíamos.
Seguro te pasó: sentir las famosas mariposas en la panza cuando estás frente a alguien que te encanta, tener el estómago cerrado cada vez que tenés que rendir un examen importante y sentir que te descomponés en medio de una situación que te asusta.
Siempre se habla de las conexiones neuronales del cerebro y de cómo de ellas dependen nuestras emociones y calidad de vida. ¿Alguna vez te imaginaste que el intestino juega un papel clave y se relaciona directamente con tus neuronas y tus estados de ánimo? La ciencia avanza en su investigación y muchos ya se atreven a llamarlo el “segundo cerebro del hombre”.
Está comprobado que la relación entre el cerebro y el aparato digestivo es intensa: el tubo digestivo, tan menospreciado durante siglos, contiene una red neuronal muy compleja que produce una actividad similar a la de nuestra cabeza. Dentro del intestino hay 100 millones de neuronas distribuidas en un sistema nervioso propio, el sistema nervioso entérico, el cual secreta las mismas sustancias que nuestro sistema nervioso central. Es por eso que muchas sensaciones, tanto buenas como negativas, se transforman en claros síntomas en la región estomacal, como gastroenteritis, náuseas o cosquillas.
Marcos Asade, psiquiatra del Hospital de Gastroenterología Dr. Bonorino Udaondo, explica cómo influye en el intestino nuestro estado de ánimo: “Existen ciertos neurotransmisores se encuentran tanto en células del intestino como del cerebro. Un neurotransmisor fundamental es la serotonina, que es la hormona que está relacionada con el bienestar, el comportamiento, la actividad sexual y el sueño; si bien la tenemos en el cerebro y está muy asociada a los trastornos de ansiedad y depresivos, también está en el intestino: hay mucha más serotonina en el intestino que en el cerebro”.
Tener una alimentación saludable y equilibrada es fundamental para estar bien emocionalmente. Lo que comas se traduce en qué humor tengas. “El 90% de la serotonina corporal se sintetiza en el intestino y tiene implicancia directa en síntomas gastrointestinales. En este sentido, nuestra dieta es importante, porque esta serotonina se forma a partir de una sustancia que se llama triptófano, un aminoácido esencial, que solo se obtiene a través de la alimentación. Ahí empezamos a ver la relación entre el cerebro, el intestino y la dieta”, dice Asade.
Pero no sólo de una buena dieta se trata el asunto. El estrés, como ya sabemos, es el enemigo número uno de la salud. Los altos niveles de cortisol afectan a la barrera mucosa e impermeable del intestino y , de esta manera, ingresan sustancias nocivas para el organismo. “En los últimos años se está estudiando la flora bacteriana intestinal, los microorganismos vivos que tenemos en el intestino”, explica Asade.
“Nuestro cuerpo tiene aproximadamente dos kilos de bacterias, y en el intestino es donde hay mayor cantidad. Las bacterias evolucionaron con nosotros e, incluso, hay más bacterias que células en nuestro organismo.
En las situaciones de estrés, se puede alterar esa flora bacteriana y esa alteración predispone a cambios en nuestro comportamiento.
Desde hace tiempo sabemos que muchas alteraciones emocionales repercuten a nivel intestinal –y viceversa-. Pero en los últimos años se ha visto que la comunicación del intestino hacia el cerebro es, además de fuerte, es bidireccional, por eso decimos que el tubo digestivo es nuestro segundo cerebro”.
Fuente: Rumbos Digital