Es posible combatir la sequedad de la piel de los codos con remedios naturales. Solo hay que seguir unos consejos que permiten hidratarlos desde fuera y también desde dentro.
Los codos secos y enrojecidos que sufren muchas personas no son una cuestión estética fácil de solucionar, ya que pueden estar relacionados con algunos trastornos de salud. Además, si no los tratamos pueden empeorar y causarnos muchas molestias e incluso dolor.
En este artículo te explicamos cómo puedes cuidar los codos secos para tenerlos hidratados y libres de toda irritación con estos consejos y remedios naturales.
La respuesta más lógica sería una falta de hidratación, la cual podemos confirmar de manera sencilla si observamos que nuestra piel está demasiado seca también en el resto del cuerpo. No obstante, cuando nos aplicamos una loción hidratante y vemos que tampoco así lo solucionamos, es cuando podemos pensar que puede estar relacionado con algún tipo de eczema o psoriasis.
En este artículo te damos varios consejos para que puedas solucionar el problema de los codos secos y enrojecidos desde diferentes perspectivas, tanto a nivel externo como interno.
Los codos secos y enrojecidos requieren una exfoliación al menos una vez por semana para eliminar las células cutáneas muertas y potenciar la regeneración de las nuevas.
No necesitamos comprar ningún producto exfoliante, ya que podemos usar productos naturales caseros que serán mucho más beneficiosos para la piel, además de estar libres de sustancias demasiado agresivas como sulfatos, alcoholes o conservantes.
Si tenemos los codos muy secos y poco enrojecidos usaremos sal marina mezclada con aceite de coco o de oliva.
En cambio, si los codos están más sensibles o enrojecidos, elegiremos un exfoliante más suave, como por ejemplo elbicarbonato de sodio o el azúcar.
Cuando estemos en la ducha nos masajearemos los codos con este exfoliante casero durante un minuto y nos aclararemos bien con agua.
Una buena hidratación diaria es fundamental, sobre todo en épocas o lugares de temperaturas extremas. Para hidratarnos los codos secos usaremos lociones elaboradas con ingredientes naturales, libres de conservantes y derivados del petróleo, como por ejemplo la parafina. Por desgracia, muchos productos de farmacia contienen estos ingredientes.
Si queremos una opción casera, podemos mezclar, a partes iguales, gel de aloe vera y aceite de coco virgen extra. La loción debe ser hidratante pero no demasiado grasa, ya que sino será incómoda de aplicar y se absorberá con dificultad.
Por la noche es el momento ideal para aplicarnos una loción nutritiva, ya que es el momento en el que la piel puede absorber mejor los nutrientes y en el que no nos será tan incómodo tener grasa la piel de los codos. Siempre podemos cubrirnos la zona o ponernos una camiseta de manga larga.
Si queremos usar una opción natural, podemos elegir entre las siguientes:
Para combatir los codos secos es tan importante tratarlos desde fuera con los productos hidratantes adecuados como por dentro, aportando a nuestro organismo los nutrientes necesarios para eliminar las toxinas y facilitar el trabajo de los órganos.
El primer paso, y también el más sencillo, consiste en beber al menos un litro y medio de agua cada día, pero siempre separada de las comidas. Este requisito es fundamental para que el agua que bebemos mejore la función renal, la cual está muy relacionada con los problemas de piel.
Podemos repartir las tomas del siguiente modo:
Si nos cuesta beber agua podemos añadirle un poco de jugo de limón o bien alternarla con infusiones de té verde, cola de caballo y bardana.
Si nos cuesta mucho solucionar el problema de los codos secos y enrojecidos, a pesar de estar siguiendo estos consejos, debemos tener en cuenta la posibilidad de que tengamos cierta intolerancia a algún alimento que estamos consumiendo de manera habitual. Las intolerancias o alergias alimentarias son cada vez más frecuentes, en especial, por la mala calidad de los alimentos.
Las más comunes son al gluten y a la lactosa, y ambas están relacionadas con los problemas de piel, entre otros síntomas (problemas digestivos, ansiedad, dolores en las articulaciones, etc.)