Cómo entender tu apetito y cuáles son los estímulos que lo activan

"Tengo tanta hambre, me comería el mundo entero". Aunque quieras convencer a todos de que lo que sientes es hambre real, la mayoría de las veces no alcanzamos a experimentarla, o al menos, no como la sentiríamos si estuviéramos privados de alimento por un tiempo prolongado.

Es cierto que a veces nos acercamos más a esa sensación real de hambre, pero los estímulos captados por los sentidos también pueden engañar a nuestro estómago. Si quieres saber si estás comiendo lo que deberías, puedes hacer una especie de traducción de tus códigos de apetito.

En parte, esto es justamente lo que hace la alimentación consciente: en vez de analizar las consecuencias de lo que se come, primero hay que detenerse a pensar en los alimentos, en los sabores, en las sensaciones que cada uno de ellos te provoca.

Lo primero, es diferenciar la necesidad con el deseo. Tu sabes que tienes que comer frutas y verduras para obtener sus vitaminas, pero también sabes que un dulce no hará nada bueno por tu cuerpo. Teniendo esa información en tus manos, de todas formas eliges el dulce.

Como los seres humanos funcionamos a través de hábitos y costumbres, es esto mismo lo que confunde a nuestro estómago. Por ejemplo, estás acostumbrada a comer algo a cierta hora, aunque quizas no tengas hambre.

¿QUÉ TIPO DE HAMBRIENTO ERES?

Si te preocupa tu peso o decidiste que quieres comer más sano, este paso es clave. Piensa en todo lo que ocurre antes de comer: por qué tomaste esa decisión, qué tipo de estímulo te hizo elegir eso en vez de otra cosa, si atrajo tu atención por su aspecto visual, su olor o la textura que sabes que tendrá cuando lo comas.

¿Te tientas cuando ves una foto de un helado de chocolate, pero cuando no lo ves no te acuerdas? Eso significa que eres un hambriento visual. Con Instagram y las redes sociales, las personas con este tipo de característica se sienten más tentados al ver platos elaborados o alimentos que claramente fueron editados para que se vean más atractivos.

Lo mismo pasa con el olfato o el gusto: te imaginas los sabores y eso te tienta. Otro tipo de hambriento es el emocional y eso es lo que te puede perjudicar si no sabes identificarlo. Comemos de más porque es una especie de compensación a un sentimiento incómodo y la alimentación consciente juega un papel importante en esa dinámica.

Hay muchos que comen por aburrimiento o porque asocian ciertos sabores a situaciones, personas o lugares. Por ejemplo, si estás lejos de tu familia, es probable que te den ganas de comer cosas que se parezcan a lo que comes en casa. Si es por aburrimiento, antes de comer prueba con hacer algo que te guste, como ver una película, leer o hacer deporte.

Algo que puedes hacer es una secuencia de respiraciones profundas antes de decidir qué comerás. Eso te va a calmar y ayudará a que identifiques si quieres comer ese chocolate porque tu cuerpo te pide endorfinas o por que es un capricho.

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