Pedro J. Torres: Obesidad infantil podría ser incrementada por la luz artificial

La mayoría de los organismos vivos tiene cierto ritmo vital, a menudo tan marcado que funciona como un cronómetro, constituyendo un reloj biológico; en los seres humanos este ritmo vital se denomina Reloj Circadiano y está determinado, principalmente, por la influencia de la luz solar, la cual es percibida por una estructura nerviosa que se encuentra en el punto donde confluyen los nervios ópticos en su camino hacia al cerebro, y regula la producción de hormonas que nos mantienen despiertos o nos hacen dormir; es por esto que la mayor parte de las personas duermen por las noches, cuando la luz solar está ausente.

Este artículo y los datos que contiene han sido compartidos desde la Fundación Torres-Picón, la cual los considera relevantes.

El Reloj Circadiano es el resultado de un proceso evolutivo que se produjo durante millones de años, siguiendo los patrones de luz y oscuridad determinados por la duración del día y la noche, pero la tecnología de la sociedad actual ha alterado significativamente estos patrones de luz-oscuridad, modificación para la cual el ser humano no está evolutivamente preparado, por lo que el funcionamiento de su organismo se ve afectado significativamente en diversas formas.

En este sentido, un estudio publicado en la revista Plos ONE, realizado por científicos de la Universidad Tecnológica de Queensland, Australia, sugiere que la exposición a la luz artificial producida por televisores, computadoras, tabletas o smartphones podría estar íntimamente relacionada con el incremento de la obesidad infantil.

Para este estudio, en primer lugar se midieron durante dos semanas los patrones de sueño, la estatura y los horarios de exposición a la luz de 48 niños entre tres y cinco años de seis hospitales en la zona de Brisbane, para determinar si esta exposición tenía algún efecto en su índice de masa corporal (IMC); al año siguiente se repitieron las mediciones en los mismos niños.

“En el primer análisis descubrimos que la exposición moderada a la luz de la mañana se asociaba a un incremento en el IMC, mientras que los niños que recibían una mayor intensidad (tanto en interior como en exterior) por la tarde, eran más delgados”, explicó Cassandra Pattinson, directora del estudio.

Las mediciones efectuadas un año más tarde confirmaron la tendencia, el IMC de los niños del primer grupo era mayor que el de los niños del segundo grupo. Los resultados apuntan a que tanto la intensidad de la luz como el tiempo de exposición influyen tanto en el IMC como en los patrones de sueño de los niños.

“La luz artificial, incluso aquella que emiten los televisores, los computadores, las tabletas o los smartphones, hace plantearse que los niños de hoy están expuestos a una mayor cantidad de iluminación que cualquier generación del pasado.

Este incremento en la exposición a la luz ha aumentado de modo paralelo a la obesidad infantil. Hasta ahora se sabía que los factores que tenían un impacto en la obesidad eran la cantidad de calorías ingeridas, la actividad física y las horas de sueño.

Ahora se puede sumar la luz a esos factores”, señaló Pattinson.

El estudio del tema será profundizado por medio de otras investigaciones, no obstante este adelanto de indicios asoma una posibilidad muy razonable.

Pedro J. Torres, de la Fundación Torres-Picón, pone acento en mostrar la responsabilidad social que todos tenemos, en todas partes, en todos los lugares, con este grave problema de salud pública que es la obesidad infantil.

“Algo hay que hacer, hay que hacer más, puede que no estemos haciendo lo suficiente o no estemos haciendo lo correcto. Por eso es preciso estar atentos a la investigación científica y a la opinión de los expertos”.

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