El apio previene el cáncer, para la hipertensión, limpia el riñón y la vejiga y elimina cálculos renales

El apio previene el cáncer, para la hipertensión, limpia el riñón y la vejiga y elimina cálculos renales Los beneficios nutricionales y medicinales del apio DIURÉTICO, SÍ, PERO ADEMÁS POSEE OTRAS GRANDES CUALIDADES El apio, en suma, aumenta la micción y dilata los vasos renales favoreciendo con ello la eliminación de líquidos retenidos en el cuerpo y una expulsión más rápida y efectiva de las sustancias tóxicas o de desecho.

Es más, contribuye a eliminar los cálculos renales y biliares así como la arenilla que acaba formándolos, a depurar la sangre, a limpiar tanto el intestino como el riñón y la vejiga, a prevenir dolencias que devienen de la acumulación de impurezas y a ahorrar trabajo al hígado (que no deberá esforzarse tanto para depurar la sangre).

Razones que sin duda justifican su consumo como depurativo y desintoxicante además de ser eficaz en casos de hipeuricemia, gota, afecciones articulares y reumatismo.

En otras palabras, el apio… Saludable y refrescante el apio es actualmente muy valorado por sus propiedades culinarias pero también por las terapéuticas gracias a su alto contenido en agua biológica, vitaminas, minerales y bioflavonoides.

Considerado uno de los mejores diuréticos vegetales que existen se reconoce además su capacidad para remineralizar el organismo, desintoxicarlo, depurar la sangre, mejorar la digestión, disminuir la presión arterial, regular el peristaltismo intestinal, abrir el apetito y aliviar dolores articulares además de prevenir y combatir el cáncer. Sin olvidar que tiene propiedades antiinflamatorias, antioxidantes, expectorantes y sedantes.

En suma, otro de esos alimentos que no deben faltar en nuestra mesa.

El apio es una de esas plantas a las que el tiempo y la experiencia han acabado poniendo en el lugar que en justicia merece. De ahí que haya pasado de ser considerado un vegetal meramente aromático a una hortaliza con importantes propiedades para la salud.

Y eso que ya lo utilizaron como medicina los egipcios, los griegos y los romanos.

De hecho Hipócrates lo usaba en el siglo V a.C. como diurético. Asimismo se tiene constancia de que diez siglos después los médicos chinos lo emplearon para tratar distintas afecciones. No sería empero hasta la Edad Media cuando en Europa creció el interés por sus propiedades.

Hoy se cultiva en prácticamente todas las regiones templadas del mundo y cada vez más personas la llevan a su mesa sabedoras de sus más que interesantes aportaciones nutricionales y terapéuticas.

UN BUEN REMINERALIZANTE Primo hermano del perejil y del hinojo el apio pertenece a la familia de las umbelíferas. Los tratados de Botánica dicen que se trata de una planta bienal de raíz y tallos estriados comestibles de la que se distinguen 15 variedades siendo la más importante y consumida la Apium graveolens var.dulce a cuyos componentes y propiedades dedicamos el presente texto.

En todo caso dos son las variedades más cultivadas en Europa: el apio en rama -que forma una gruesa penca con hojas acuñadas y que es la más común en España- y el llamado apio-rábano –un bulbo rugoso en forma de patata que apenas se consume en nuestro país pero forma parte de muchos platos de los países del norte de Europa-.

La diferencia entre ambas es que de la primera se consumen el tallo y las hojas y de la segunda sólo la base del tallo. Dentro del primer tipo existen a su vez dos variedades: el apio verde (que supone el 70% del apio que se consume en todo el mundo) y el apio blanco o amarillo (que es más difícil de cultivar y más apreciado).

Por tanto, el apio más fácil de encontrar en nuestros mercados es el de tallo grueso, hueco, estriado y alargado que se compone de pencas verdosas de forma cilíndrica longitudinalmente recorridas por un profundo surco y de la que brotan hojas con aspecto parecido al perejil.

En cuanto a su ingesta se puede consumir crudo sin abusar -en tal caso el sabor de sus hojas es ligeramente amargo y muy agradable mientras el de sus pencas suave y ligeramente anisado- o incorporarse a todo tipo de platos calientes ya que resulta tan aromatizante como muchas especias.

Es más, para guisar puede emplear incluso las semillas pulverizadas como si fueran sal (consulte en herbolarios). Por lo que se refiere a los tallos o pencas –que suelen ser tiernas y crujientes- pueden consumirse crudas, fritas, cocidas, rellenas o licuadas.

En cuanto a su aporte nutricional cabe destacar que aunque su componente mayoritario es el agua –entre un 92 y un 95%- esta hortaliza es generosa en vitaminas y fibra pero especialmente en minerales y compuestos vegetales que además de su olor, color y sabor característicos le proporcionan algunas de sus propiedades terapéuticas más interesantes.

El apio, por ejemplo, aporta una buena dosis de vitaminas B1 (tiamina), B2 (riboflavina), B6 (piridoxina), B9 (ácido fólico), betacarotenos (provitamina A), vitamina E y cantidades discretas -si se compara con otras hortalizas- de vitamina C.

Y lo mismo ocurre con la fibra: el apio la contiene pero otras hortalizas son más generosas a ese respecto.

No obstante, la que aporta es suficiente para que contribuya a mejorar el tránsito digestivo e intestinal, prevenir la dispepsia y el estreñimiento, ayudar a reducir los niveles de colesterol en sangre y favorecer el control de la glucemia en los diabéticos… entre otras propiedades que a continuación analizaremos.

Aunque si por algo destaca en verdad el apio es por su capacidad para remineralizar el organismo ya que contiene abundante potasio, sodio -se considera la hortaliza que más aporta- y dosis considerables de calcio, zinc, magnesio, hierro, azufre, fósforo, manganeso, cobre, aluminio y silicio.

Y en este sentido cabe recordar al lector que el equilibrio entre potasio y sodio es imprescindible para la correcta función nerviosa y muscular además de participar en el sistema bioeléctrico de todas las células del cuerpo merced a lo que se conoce como “bomba sodio-potasio”.

Es más, en el caso concreto del apio diferentes estudios han revelado que su contenido en sodio satisface las necesidades de este mineral en aquellas personas que mantienen dietas bajas en sal mientras sus altos valores en potasio lo hacen adecuado para quienes estén tomando diuréticos.

Los expertos señalan asimismo que mientras en el cuerpo la relación entre el potasio y el sodio es de 2 a 1 en el apio existen 3 partes de potasio por cada una de sodio y, por tanto, se trata de una proporción excelente para quienes padecen hipertensión o toman diuréticos sintéticos ya que a diferencia de éstos el apio ayuda a eliminar el exceso de líquido sin desequilibrar la relación adecuada de ambos minerales.

Debemos añadir que buena parte de sus propiedades se deben en todo caso al aceite esencial que contiene -compuesto por apiol, limoneno, psoralenos y apiína así como a su riqueza en terpenos -entre ellos flavonoides como la apigenina y la luteolina- que son los que le proporcionan su capacidad antioxidante, anticancerígena, antibacteriana y antimicótica (siendo especialmente útil en los casos de infección de las mucosas de las vías urinarias). …es antihipertensivo y cardioprotector.

Obviamente el mayor volumen de orina que se expulsa gracias al apio ayuda a rebajar la tensión arterial, pero estudios llevados a cabo por William Elliot -profesor de Medicina y Farmacología en la Universidad de Chicago (EEUU)- indican que puede además prevenirla gracias a uno de sus compuestos, el ftalido –sustancia que le confiere su peculiar aroma-, ya que esta sustancia relaja los músculos lisos de los vasos sanguíneos ampliando su diámetro.

Al parecer el mecanismo de acción consiste en bloquear la actividad de la enzima productora de las catecolaminas –consideradas las “hormonas de la tensión o el estrés”- que provocan la contracción de los vasos sanguíneos elevando con ello la presión arterial.

Es decir, el apio reduciría la presión al suprimir la producción de las hormonas causantes de su elevación. Algo que el profesor Elliot constataría mediante un experimento con animales que demostró que aquellos a los que se alimentó con 2 tallos de apio tuvieron al día siguiente una presión sanguínea 14 veces menor que aquellos a los que no se les dio.

Otras investigaciones revelarían luego que además del ftalido hay otra sustancia en el apio con esa misma capacidad para dilatar los vasos sanguíneos: el flavonoide apigenina (del que hablaremos más extensamente a continuación). Antes, para concluir este apartado, recordemos que el contenido en fibra de esta hortaliza también ayuda a reducir los niveles de colesterol en sangre y que el aumento de la diuresis elimina del organismo sustancias que podrían dar lugar a complicaciones cardiovasculares.

Lo que explica aún mejor su actividad cardioprotectora. …podría inhibir el desarrollo del cáncer. Está estudiada también la capacidad de algunos de los componentes del apio para prevenir y tratar el cáncer. Así, se sabe que además de los ftalidos y los poliacetilenos -reconocidos antioxidantes- esta hortaliza contiene otras seis familias distintas de compuestos que contribuyen a eliminar del organismo diversos agentes carcinógenos, especialmente los contenidos en el humo de los cigarrillos.

Contiene por ejemplo un flavonoide –la apigenina- que además de antiespasmódico, antiinflamatorio, antioxidante e inhibidor de la formación de ácido úrico parece tener también propiedades anticancerígenas. Esta sustancia –que por cierto se encuentra en grandes cantidades tanto en la manzanilla como en los pimientos verdes- está de hecho considerada “la de mayor acción antiproliferativa en cáncer de mama” en un estudio realizado para comparar la incidencia de 21 flavonoides diferentes sobre el crecimiento de células cancerosas mamarias inoculadas en ratones.

Al parecer la apigenina se une a los receptores de estrógenos de las membranas celulares previniendo la proliferación celular en casos de tumores hormonodependientes.

Estudios posteriores revelarían luego también su fuerte capacidad inhibitoria sobre las células cancerosas de la glándula tiroides que carecen de receptores estrogénicos así como que bloquea la actividad de la enzima tirosinakinasa impidiendo igualmente la proliferación de células cancerosas en la próstata.

De hecho expertos españoles de la Facultad de Medicina de la Universidad de Murcia y de la Unidad de Oncología Radioterápica de la Ciudad Sanitaria Virgen de la Arrixaca estudiaron la actividad anticancerígena de la apigenina en células murinas de adenocarcinoma de próstata y de melanoma con diferentes dosis y en distintos periodos de tiempo observándose la viabilidad y citotoxicidad celular, la inducción de apoptosis y las modificaciones estructurales y ultraestructurales inducidas por ella en las células cancerosas.

Los resultados obtenidos demostraron, según los expertos, que sobre la línea tumoral de adenocarcinoma prostático la apigenina “produce una inhibición progresiva de la proliferación celular que varía desde el 30% a las 24 horas hasta el 90% a las 72 horas, todo ello con una apoptosis inferior al 10%” mientras que sobre el melanoma mostraba “una inhibición del 100% en el crecimiento celular a dosis de 25 mM siendo la inhibición de la proliferación del 60% a las 24 horas y del 35% a las 48 horas respecto a los cultivos controles.

Con dosis menores se observa una inhibición del desarrollo celular pero no son estadísticamente significativos”.

En suma, los expertos llegaron a la conclusión de que la apigenina inhibe la proliferación celular en ambas líneas tumorales murinas aunque de forma más intensa en el caso del melanoma. Otras investigaciones revelarían posteriormente que el apio contiene otro flavonoide que no sólo posee muchas de las propiedades de la apigenina frente al cáncer sino que además aporta sus propias cualidades específicas: la luteolina.

Capacidad que debe a que también inhibe la enzima tirosinakinasa. Se ha constatado que posee una potente actividad antiproliferativa sobre 27 líneas de células cancerosas y disminuye la toxicidad de la quimioterapia en el corazón y la médula espinal. Asimismo inhibe la enzima aromatasa y previene la formación excesiva de estrógenos por lo que evitaría el enlace de éstos con células cancerosas de mama.

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