La sensación de placer que produce el consumo de drogas a corto plazo, con el tiempo tiene consecuencias negativas en el funcionamiento cerebral y en la conducta del consumidor.
Ante la sensación de placer, el cerebro refuerza sus circuitos para aprender e instar a repetir esa conducta. Así, activa los neurotransmisores, es decir, las sustancias químicas utilizadas para la comunicación entre las neuronas, publicó el portal Muy Interesante.
En este sistema del placer entra en juego la dopamina, un neurotransmisor que, por la acción de las drogas, es producido en mayor cantidad. Es entonces cuando comienzan a hacerse más evidentes los efectos negativos del consumo.
Primero, porque el cerebro trata de adaptarse a este exceso de estimulación, lo que puede derivar en la destrucción de las neuronas. Si este proceso continúa, el cerebro necesitará cada vez más droga para alcanzar los mismos grados de placer.
Por lo tanto, lo que en un momento determinado generaba satisfacción ya no lo hace. Entonces, la droga será única manera de completar este vacío y, a medida que el cerebro se adapta a las mayores cantidades de sustancias, cada vez más circuitos cerebrales sufrirán cambios, como los de la memoria y el aprendizaje, que se encargarán de fomentar el hábito y la adicción; así como también las áreas que manejan el juicio, la toma de decisiones y el control de la conducta.
En consecuencia, concluye el portal, el cerebro convertirá el consumo de drogas en una necesidad automática, compulsiva e inconsciente.