Es muy importante que expresemos nuestros sentimientos y nuestras opiniones, siempre desde el respeto, pero sin obsesionarnos con cómo puedan reaccionar los que nos rodean
“Quien mucho traga al final se ahoga”. Puede que hayas oído esta expresión alguna vez, un antiguo dicho que, como la mayoría de estas viejas frases que nos recuerdan a veces nuestros familiares más ancianos, encierran verdades universales de las que deberíamos aprender.
¿Cuántas cosas te callas en tu día a día? ¿Cuántos sentimientos y pensamientos te guardas para ti misma intentando con ello no hacer daño u ofender a quien tienes enfrente? Debes ir con cuidado porque, al final, a quien de verdad estás haciendo daño es a ti misma.
Te explicamos por qué.
El silencio es sabio, de eso no nos cabe duda, y siempre es muy adecuado que ante unas palabras necias, ante un comentario fuera de lugar o ante una expresión poco adecuada, optemos siempre por cerrar la boca y actuar así con más inteligencia que quien habla sin pensar.
Ahora bien, hay que saber mantener un equilibrio entre guardar silencio y defender nuestras necesidades:
No te sorprenderá saber que la mente y el cuerpo están íntimamente relacionados y conectados. Tanto es así, que los especialistas nos advierten que casi el 40% de la población sufre o ha sufrido en su vida alguna enfermedad psicosomática.
El nerviosismo, por ejemplo, altera nuestras digestiones, nos produce diarreas o el clásico dolor de cabeza. Muchos herpes labiales vienen originados por procesos deestrés elevado, de nervios y fiebre. Así, no pasar por alto que callar cada día lo que sentimos y lo que pensamos genera en nuestro organismo una alta ansiedad.
Piensa en todas esas palabras que no quieres decirles a tus padres o a tus amigos para no hacerles daño. Ellos hacen cosas por ti pensando que te ayudan, cuando en realidad no es así y te hacen sentir mal. ¿Por qué no te atreves a decir la verdad? Pensemos también en nuestras parejas, a quienes no queremos ofender, aunque hay momentos en que actúan de un modo que a ti te hace daño. Y, sin embargo, optas por el silencio.
Todo ello se va a traducir tarde o temprano en enfermedades psicosomáticas, en migrañas, en tensión elevada, en cansancio crónico…
No debes tener miedo a escuchar tu voz, y aún menos a que los demás lo hagan también. Es algo tan necesario como respirar, como comer, dormir… La comunicación emocional es necesaria en nuestro día a día para establecer relaciones más saludables con los demás y, por supuesto, con nosotros mismos.
Te damos unas claves básicas de cómo conseguirlo