5 claves para convertir la ciudad en un gimnasio

Cada vez son más los que eligen disfrutar del aire libre a la vez que realizan su rutina cardio. Pablo Lacoste, personal trainer, desarrolló para Infobae algunos consejos para convertir objetos y tareas cotidianas en un momento fitness.

El gimnasio es el lugar preferido de la mayoría de las personas que desean hacer ejercicio, pero no todos se sienten cómodos con el encierro, el ruido o hasta el ir y venir constante de personas.

Dejar el gimnasio

En la ciudad hay cientos de gimnasios, con opciones para todos los gustos. Las grandes cadenas o los boutique tienen su encanto y público.

"Para muchos la rutina del gimnasio es muy pesada. Literalmente, se aburren. Les gusta el ejercicio, pero la repetición constante en los mismos aparatos o la música a todo volumen los terminan ahuyentando", dijo Lacoste.

Para ellos -dice- lo mejor es bajarse del caminador elíptico y salir al aire libre: "No es lo mismo caminar siempre en el mismo lugar, mirando una pantalla, que poder ir variando los escenarios. El cambio ayuda a que el hábito no sea una rutina. Además, no hay una limitación geográfica".

Aprovechar el mobiliario

Las ciudades del mundo están cada vez mejor equipadas para hacer ejercicios. En parques y plazas pueden verse máquinas fijas, aunque no todos quieren realizar los mismos trabajos que en el gimnasio, por más que sea al aire libre.

"Las bancos de plaza, las escaleras o las mismas pendientes que hay en las veredas. La ciudad tiene muchos espacios para hacer ejercicio. Están ahí, solo que la existencia de los gimnasios los hacen invisibles. En una banco, por ejemplo, se pueden hacer desde flexiones de brazos hasta abdominales", dijo el especialista.

Un compañero de aventura

Las personas son animales sociales, por lo que en la mayoría de los casos disfrutan de hacer actividades con una compañía. Eso no cambia a la hora de entrenar.

"Tener alguien con quien 'competir' es una motivación extra. Cuando se ejercita en equipo es normal que uno se canse más rápido y que el otro se convierta en el apoyo necesario para seguir adelante. Además, tener alguien con quien compartir las pausas, los estiramientos, hace todo más llevadero".

En la ciudad hay cientos de ofertas que van más allá del gimnasio, como los grupos que se juntan al aire libre para sus ejercicios matinales.

"Hay que investigar. Existen ofertas de todo tipo. Depende mucho del sacrificio que la persona esté dispuesta a realizar o de los intereses. Muchos están felices con su rutina diaria de correr y otros buscan desafíos por curiosidad o para no aburrirse", comentó Lacoste.

"Acercarse a grupos nuevos también es una manera de adquirir conocimiento, que se puede sumar a la rutina propia. Desde andar en bicicleta o en patines, que son los más comunes, jugar al tenis o hasta escalar".

No todo esfuerzo debe ser un ejercicio o parte de un entrenamiento. También hay pequeños cambios que se pueden realizar para asegurarse una cuota diaria de cardio.

"Los que no quieren ir a un gimnasio y tampoco tienen ganas de andar haciendo abdominales en una plaza tienen alternativas. La principal es cambiar la manera en que se realizan las actividades, ponerse un poco creativo".

1 - "Bajarse un par de paradas antes del colectivo o el subte: eso asegura una caminata obligatoria".

2 - "Dejar de usar el ascensor para todo: en el trabajo o en casa, las escaleras están ahí. Subir seis pisos puede parecer una tortura, pero es un ejercicio genial para el corazón. Eso sí, se debe ir subiendo de intensidad con el tiempo".

3 - "Caminar para distancias cortas: hacer las compras a pie, sacar a pasear el perro o hasta agarrar la bicicleta para ir sumando kilómetros a la rutina. El ejercicio siempre está ahí, solo hay que buscarle la vuelta para sumarlo a la vida diaria".

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