La aparición de estos puntos de color rojo intenso puede resultar inquietante, pero no hay motivos para alarmarse. Un dermatólogo nos explica qué son estas lesiones y cómo podemos eliminarlas
MADRID/EFE-REPORTAJES/PURIFICACIÓN LEÓN MIÉRCOLES 07.05.2014 ENVIAR
Los puntos rojos de la piel se llaman angioma capilar adquirido y tiene un componente familiar muy importante.EFE/Foto cedida por el doctor Ramón Gri
Los puntos rojos de la piel se llaman angioma capilar adquirido y tiene un componente familiar muy importante.EFE/Foto cedida por el doctor Ramón Grimalt.
Los denominados puntos rojos o puntos rubí aparecen con frecuencia a partir de los 40 o 45 años. “Es un detalle de envejecimiento cutáneo no relacionado con el sol y que tiene un componente familiar clarísimo”, señala el doctor Ramón Grimalt, dermatólogo y profesor de esta especialidad en la Universidad de Barcelona.
Se trata de pequeñas dilataciones capilares debidas a fallos en el sistema vascular. “Es algo parecido a lo que ocurre en las piernas con las varices. No obstante, mientras las varices transcurren en paralelo a la superficie de la piel, en este caso la trayectoria es perpendicular y aparecen pequeñas dilataciones redondeadas”, detalla el médico.
Científicamente, esta patología se denomina angioma capilar adquirido y tiene un componente familiar muy importante. Así, si el padre o la madre presentan muchos puntos rojos, es muy posible que los hijos también los tengan cuando alcancen la cuarentena.
Los puntos rojos “pueden aparecer en casi cualquier parte del cuerpo pero normalmente se desarrollan en el tronco”, apuntan los especialistas de “Medlineplus”, un servicio de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
Respecto a su tamaño, el doctor Grimalt precisa que suelen medir uno o dos milímetros aunque, en casos excepcionales, pueden ser mayores y alcanzar cinco, seis y hasta siete milímetros.
Los puntos rojos no desaparecen de manera espontánea y, como indica el dermatólogo, por lo general, cada vez salen más.
Sin embargo, estas lesiones no representan un problema de salud y por ello no requieren tratamiento desde el punto de vista médico. Si esta afección supone un problema estético, los puntos rojos se pueden borrar.
El doctor Grimalt destaca que el hecho de tratar esta patología no influye en el futuro surgimiento de nuevos angiomas. “Quitarlos o no, no va a hacer que aparezcan ni más ni menos”, asegura. Además, señala, que “si un médico ha eliminado uno de estos puntos rojos en su totalidad, no vuelve a surgir otro en el mismo lugar”.
El facultativo afirma que son muy fáciles de eliminar con un láser denominado Nd-YAG. Otra opción es el bisturí eléctrico o electro fulgurador. De este modo, “se queman y desaparecen muy bien”, apunta.
Asimismo, la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) manifiesta que el láser puede ayudar a tratar arrugas, cicatrices o lesiones de la piel.
En este sentido, detalla que existen diferentes tipos de láseres, cuya utilidad viene determinada por la longitud de onda y tipo de emisión, así como por la “diana” de la piel con la que interactúa.
“Podemos encontrar láseres de depilación como el Nd-YAG, el láser de Alejandrita o el láser de diodo que actúan sobre el folículo piloso. Algunos vaporizan el agua de la piel, como el láser de CO2 o el láser de Erbio, y otros actúan sobre los pigmentos y son de especial utilidad para los angiomas, manchas y tatuajes, como el láser de colorante pulsado, el Nd-YAG o el láser de Alejandrita”, añade.
Puntos rojos y lunares
Por su tamaño y su forma, algunas personas pueden confundir los puntos rojos con lunares, aunque en realidad se trata de lesiones muy diferentes.
“Un punto rojo es una dilatación capilar, que entra dentro del capítulo del angioma. Por su parte, el lunar está en la categoría de los tumores benignos o acúmulo de células melanocíticas”, expone el doctor Grimalt.
Los lunares o nevus son “tumores benignos resultantes del acúmulo de las células que le dan color a la piel, llamadas melanocitos” refleja, asimismo, la AEDV. A diferencia de los puntos rojos, los lunares sí pueden malignizarse. Por ello, los dermatólogos insisten en la necesidad de estar alerta ante los cambios en los lunares.
De este modo, la AEDV habla de los signos ABCDE: asimetría, bordes irregulares, coloración heterogénea, diámetro mayor a 6 milímetros (como la parte de atrás de un lápiz) y elevación de parte de su superficie. “Otros cambios a tener en cuenta son el crecimiento excesivo en poco tiempo, el picor, el dolor o el sangrado”, señala.
Además, la AEDV considera que es muy importante examinar los lunares que son muy diferentes a los demás.
“Los lunares pueden mostrarse en cualquier punto de la superficie de la piel, solos o agrupados. Habitualmente son de color marrón. Este color se debe a la melanina, un pigmento de la piel que nos protege de la radiación solar”, añade esta entidad.
El color es precisamente el elemento que permite, a simple vista, diferenciar un lunar de un punto rojo. “El color es lo que más llama la atención, pues es muy raro tener un lunar tan rojo”, comenta el doctor Grimalt.
De hecho, a estos puntos se les denomina de manera coloquial “puntos rubí” por ese color tan característico que tienen, apunta el dermatólogo.