Cómo enfrentar el desafío de prepararles comida por primera vez

Los primeros pasos hacia la posibilidad de que tus hijos coman “de todo”, contados por una nutricionista que está viviendo la historia.

Hoy los comensales son los más chiquitos, que van dejando la teta y empiezan a comer.

Y las “recetas” no tienen que ver con cómo preparar cuál plato. Más bien, intentan guiarte en el camino que, si sale bien, desembocará en “pequeños gourmets”. Nada mejor, entonces, que la palabra de la experiencia.

Carolina Courel es licenciada en Nutrición y trabaja en el Carrillo, donde es consejera en hábitos alimentarios. Pero también es mamá de Gerónimo y Bernabé, y vocacionalmente, cocinera.

“La primera cucharadita, a los 6 meses. Hasta entonces, teta (fórmula si no hay más remedio). Y la aventura que empezamos no tiene que ver en esta etapa con aporte de nutrientes; es un proceso de aprendizaje”, destaca.

El bebé debe incorporar sensaciones nuevas (texturas, sabores, colores, aromas); la mamá, confiar en lo que cocina y en las capacidades de su hijo; y ambos aprender a “soltarse” mutuamente.

“Empezamos con una comida al día; no importa si almuerzo o cena. Conviene elegir el horario más relajado para la mamá; si trabaja por la mañana, mejor la cena -explica mientras deshuesa una presa de pollo-.

Y hay que tener en cuenta que cada niño es diferente”. Para estas primeras comidas el “menú” consta de zapallo, zanahoria o manzana cocidos. “Sin sal ni azúcar agregados -aclara Carolina-. Deben tener consistencia semisólida, no ser ‘ensopados’. Y las porciones serán muy pequeñas”.

De a uno por vez

“Los alimentos -explica mientras corta trocitos de remolacha cocida- se incorporan de a uno. Así controlo si no provocan alergia. Empiezo con el zapallo; si lo tolera bien, después de unos días agrego zanahoria... y así. Juntos, mamá y bebé van a ir descubriendo cómo hacer el camino”. “Y que no gane la ansiedad; al principio siempre va a ofrecer resistencia -añade-. Se recomienda probar al menos siete veces con el mismo alimento para tomar el rechazo como un ‘no me gusta’. Entonces, dejar pasar un tiempito antes de volver a insistir”.

Entre los 7 y los 8 meses, el bebé ya hará las dos comidas “fuertes” del día, para lo cual, claro, hay que reducir la teta. “Si la mamá tiene leche en abundancia, que la use para preparar la comida. Seguirá siendo la mejor leche para su hijo”, resalta.

A esta altura, agregarás arroz, fideos, legumbres y verduras (cocidas), y carnes rojas -magras- y pollo. Y se hace norma lo que debería durar toda la vida: consumir alimentos de todos colores. “Para el pescado, esperar hasta los 10 meses; puede producir alergia”, aclara Carolina.

Seguramente las resistencias seguirán apareciendo y ahora sí importa que lo que coma sea nutritivo. “Son preferibles tres cucharadas de puré de verduras enriquecido -con aceite, huevo duro, queso o crema- que medio plato de fideos”, sostiene.

A esta altura el “piojo” también pretenderá usar sus propias manos: es la mejor señal de que está madurando. Así que necesita su propio plato, su cubierto y su vaso con agua potable. ¡Que el más que probable enchastre sea un motivo para reírse!

A la mesa familiar

A los 12 meses tu hijo puede -y debería- comer lo mismo que el resto de la familia. Y no solo está en juego la comida. “Al sentarse a la mesa con todos los demás, aprenden a compartir, a conversar y a escuchar... y a comer sano: los chicos comerán como lo hagan los mayores. Para que acepten las verduras, hay que predicar con el ejemplo”, resalta “Caro”.

En esos tiempos, aparecerán dos frases nuevas: “yo solito” y “no me gusta”. No desesperes; son más señales de autonomía. “Muchas veces es un ‘juego de poder’. Y hay que experimentar: si ‘no le gusta’ la carne, procesarla y hacer albóndigas (¡no fritas!!), por ejemplo. Quizás es la textura lo que le molesta”, explica mientras le da a Bernabé una cucharada del suflé de “cabalaza” que él adora.

Con Gerónimo, que ofrece más resistencia (y es dos años mayor), se trata de hablar, insistir, probar... y con frecuencia, negociar. Porque hay algo claro: el ingrediente más importante de las recetas para los más pequeños es la paciencia.

Por qué esperar hasta los 6 meses

- No hay beneficios antes: el bebé no está maduro (no puede erguir la cabeza, no saca la lengua, solo sabe succionar) y hay riesgos de intolerancias, alergias y asfixia. - No es cierto que “desea” la comida de los demás. Todo le llama la atención, pero no le hará bien.

Lo que no hay que hacer

- No darles jugos, aguas saborizadas ni gaseosas (contienen demasiada azúcar); lo mejor es que se acostumbren a beber solo agua potable. - No usar conservas; los alimentos deben ser frescos - No usar caldos concentrados industriales ni sal. Que se acostumbren desde chicos al bajo consumo de cloruro de sodio - No a las frituras y a los alimentos con grasas: no pueden comer todos los días tortillas. Yogur con cereales es buena alternativa

El comodín

Un suflé energético y versátil que ayuda a aceptar sabores desconocidosRehogar en aceite de oliva 1 cebolla grande y 1/2 pimiento.

Luego procesar con 1/2 kg de zapallo (o calabaza, o zanahoria) hervido, 1/2 taza de queso rallado, 1/2 pote de crema de leche, 1 cucharada de almidón de maíz, 3 huevos y apenas un poco de sal (el queso rallado ya tiene bastante). Se hornea hasta que cuaja.

“A partir de esta mezcla básica, se pueden añadir espinacas o acelgas cocidas, remolachas (también cocida), carne, pollo... especialmente cuando los chicos rechazan los ‘pedacitos’ de carne”, recomienda Carolina. Progresivamente ir alterando la proporción: más acelga (o remolacha) y menos calabaza... Jugar con los colores puede ser una buena estrategia.

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