Lea Ellwardt, de la Universidad de Colonia (Alemania) y un equipo de colaboradores nos traen una interesante conclusión procedente de un estudio realizado con 2911 personas de 54 a 85 años de edad: una buena red de contactos personales hace que el riesgo de morir sea menor cuando se tiene cierta edad.
Concretamente, este grupo de investigadores se interesó por analizar qué características debe tener esa red interpersonal para protegernos realmente de la mortalidad.
Para averiguar estas cuestiones realizaron siete evaluaciones a lo largo de 20 años en las que se incluían aspectos sobre las emociones, de aislamiento social, apoyo emocional e instrumental, número de contactos, frecuencia de los contactos y cantidad de roles sociales que cada uno asume.
También se les realizaron evaluaciones breves del funcionamiento cognitivo con pruebas de ‘screening’ y se midieron diferentes aspectos de la salud mental y física como el nivel de depresión, de ansiedad y la capacidad para realizar actividades de la vida diaria, entre otros.
Los resultados del análisis de los datos obtenidos, publicados recientemente en la revista PLOS One, (2015), mostraron que, independientemente de variables como el estado cognitivo, el mental o las condiciones de salud física, la clave para reducir el riesgo de mortalidad era poseer redes interpersonales amplias y también diversas.
Esto se traduce en tener muchos contactos o amistades y también en desempeñar diversos roles a nivel social (por ejemplo, esposo, abuelo, vecino, voluntario en una asociación…).
Estos resultados van en la línea de lo que han hallado otros estudios, y vuelve a señalar lo fundamental del contacto social y del hecho de disponer de una buena red de amistades que me permita salir, charlar, reír y participar en diversas actividades. Se ha de investigar más para saber cuáles son los mecanismos a través de los cuales poseer este tipo de vínculos sociales favorece la longevidad.
Sin embargo ya te adelantamos que uno de los grandes beneficiados del contacto social es tu cerebro. Sal con tus amigos, participa en actividades grupales y protegerás tu cerebro.
Marisa Fernández, Neuropsicóloga Senior, Unobrain