El sonido del agua a menudo nos aumenta las ganas de ir a orinar, esto se debe a que ese es el sonido que estamos acostumbrados a oír mientras orinamos.
¿Cuál es el secreto detrás de esas ganas locas de orinar, cuando escuchamos a la lluvia, o estamos frente a una cascada, fuente, arroyo, etc?. ¿Será el poder de la sugestión?.
La mayoría sabemos que el nombre Pavlov tenía algo que ver con los perros. Te lo recuerdo… Es un experimento que hizo un médico ruso de ese nombre, donde demostró que las respuestas autónomas (reflejos que se producen de forma automática e inconscientemente bajo el control del sistema nervioso) podrían ser desencadenadas por estímulos externos. ¿Está complicado? Bancá.
Te la hago fácil: Cuando a un perro se pone su boca en un pedazo de carne, por lo general largan un montón de saliva. En su experimento, Pavlov, hacia sonar una campana, justo antes de darle carne a su perro. Después de meses de repetir esta acción, fue capaz de hacer que al pobre perro le salga saliva de la boca, con solo hacer sonar la campana, sin darle ni un poquito de carne. ¿qué pasaba?, el pichicho, ya había aprendido a asociar el sonido de la campana con la comida.
Tener que orinar por culpa de el sonido del agua parece ser el mismo tipo de respuesta condicionada. El correr del agua imita el sonido de la micción, generando esta asociación con el perro de Pavlov; y también el hecho de lavarse las manos, que produce el mismo sonido, fortalece aún más la conexión.
Para muchos urólogos y psicólogos esta podría ser la respuesta.
Es más, hay un montón de textos de enfermería, psicología y libros para padres que aconsejan el chorro de agua para situaciones tan variadas como enseñarle a los chicos a hacer pis en el inodoro, ayudar a las personas con paruresis (vejiga tímida), y los pacientes en recuperación de cirugía de próstata.
A principios de la década de 1970, en un hospital de Nueva York, incluso se les dio a pacientes seleccionados un grabador con auriculares y una casette de 30 minutos con el sonido de agua corriendo para facilitarles orinar. La “sonda de audio“, como la llamaban, fue un súper éxito.
¿En tu experiencia personal, pensás que sirve? ¿Tendrá algo que ver con el perro de Pavlov?
Fuente: Ronnie Arias