Por cada 10 años que una persona fuma, su piel envejece dos años y medio más que si no fumase, según un documento elaborado por la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME) para que sirva de guía a los profesionales estéticos.
Según el informe de la SEME, que tiene su sede en Barcelona y agrupa a más de 600 médicos, los factores estéticos motivan a 6 de cada 10 fumadores a dejar de fumar y las consultas más frecuentes en esta especialidad relacionadas con el tabaquismo son la fragilidad capilar por pelo quebradizo y desnaturalizado, envejecimiento prematuro y dientes amarillentos.
Elaborado en colaboración con la compañía biomédica Pfizer, el documento quiere ser un manual de los médicos especialistas en estética para manejar de forma correcta el abordaje y tratamiento del tabaquismo, ha informado la SEME en un comunicado.
Según la doctora Marta Banqué, autora del documento, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y experta en cesación y tratamiento del tabaquismo, "fumar provoca la disminución de la circulación sanguínea en los tejidos, lo que influye negativamente en la elasticidad de la piel y provoca efectos negativos en su conservación".
Huesos prominente y piel gris "Muestra de ello -ha añadido- son las características propias que aparecen en la cara del fumador: arrugas marcadas, aspecto demacrado por la prominencia de los huesos y tonalidad grisácea de la piel". Banqué ha explicado que "el dejar de fumar disminuye la acumulación de radicales libres, logrando revertir, en parte, el daño provocado y la piel recupera luminosidad".
La presidenta de la SEME, la doctora Petra Vega, ha señalado que "la medicina estética es una medicina con un gran componente preventivo y de instauración de hábitos saludables, entre ellos el de dejar de fumar, tanto por su influencia en el aspecto externo, como por ser factor de riesgo de graves patologías. Por este motivo -ha asegurado-, hemos impulsado este documento".