La Potomanía, una enfermedad de la adicción al agua

El término potomanía proviene de la combinación de dos palabras latinas: potos (bebida) y manía.

Es un trastorno alimentario no especificado (TANE) que se define como el deseo de beber grandes cantidades de líquido, generalmente agua, de manera compulsiva y sin que exista una sensación previa de sed

Existe un trastorno relacionado con la ingesta descontrolada de agua y otros líquidos. La adicción al agua se conoce formalmente como potomanía y es una patología con graves consecuencias para la salud. Te explicamos qué es, cuáles son sus síntomas y sus principales causas.
Qué es la potomanía
El término potomanía proviene de la combinación de dos palabras latinas: potos (bebida) y manía. Es un trastorno alimentario no especificado (TANE) que se define como el deseo de beber grandes cantidades de líquido, generalmente agua, de manera compulsiva y sin que exista una sensación previa de sed. La adicción al agua también se conoce como polidipsia psicogénica.

Todos sabemos que beber agua aporta muchos beneficios para la salud, pero su ingesta excesiva puede convertirse en un problema. No obstante, la potomanía no es la causa del consumo desmedido de agua, sino su consecuencia. Quienes sufren potomanía pueden llegar a ingerir entre 8 y 15 litros de agua al día y obtienen una sensación placentera al hacerlo, por lo que puede clasificarse como una adicción.

Equilibrio hídrico
Para entender los efectos de la potomanía sobre el cuerpo, debemos entender el papel que cumple el agua para el cuerpo humano. El agua se distribuye en el organismo humano de manera intracelular y extracelular. El primero representa alrededor del 55% del agua corporal total. El agua extracelular es la parte acuosa de los líquidos extracelulares, el líquido intersticial y el plasma, y también forma parte de los sólidos extracelulares (dermis, colágeno, tendones, esqueleto, entre otros). El agua intracelular ocupa alrededor del 20% del total, del cual el 8% aproximadamente se encuentra en la sangre.

En condiciones normales de salud, la cantidad de agua que necesita el organismo está condicionada por la necesidad de que los líquidos corporales tengan el volumen y la concentración precisos para asegurar las funciones biológicas. El agua es, por lo tanto, vital para el desarrollo correcto de las funciones vitales del cuerpo humano.

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