El ejercicio vigoroso previene en mayor medida el síndrome metabólico (un conjunto de enfermedades que aumentan el riesgo cardiovascular) que el ejercicio moderado o leve.
Más concretamente, el síndrome metabólico (SM) es un conjunto de enfermedades que aumentan el riesgo cardiovascular, como niveles altos de glucosa, tensión arterial, triglicéridos en niveles elevados, HDL bajo (también llamado colesterol bueno) u obesidad abdominal.
Por lo tanto “en estos casos, las personas que sufren SM tienen más probabilidad de sufrir una cardiopatía, un accidente cerebrovascular (ictus), diabetes mellitus tipo 2, enfermedad renal y problemas de circulación”, asegura el Dr. Alejandro Fernández Montero, especialista en Medicina del Trabajo de la Clínica Universidad de Navarra.
Así, un grupo de investigadores de la Clínica Universidad de Navarra y de la Universidad -integrantes del CIBEROBN Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición, del Instituto Carlos III y de IdiSNa- ha demostrado que el ejercicio físico intenso, en personas sanas (con una valoración médica), previene en mayor medida el síndrome metabólico que el ejercicio moderado o leve.
El estudio se ha realizado a través del Proyecto SUN, dirigido por el catedrático de la Universidad de Navarra Miguel Ángel Martínez, en más de 10.000 personas que no sufrían síndrome metabólico al inicio de la investigación.
El seguimiento de las personas participantes se ha realizado durante una media de seis años. Los resultados han sido publicados en la revista científica American Journal of Preventive Medicine.
Se trata del primer estudio que relaciona la intensidad del ejercicio físico en relación con el síndrome metabólico, teniendo en cuenta los estilos de vida y factores dietéticos. “Esto quiere decir que hemos incluido otros factores como la dieta mediterránea, consumo de fast food, horas delante del televisor, tiempo de ejercicio físico, etc…, porque podría ocurrir que los que hacen ejercicio intenso cuidasen más su alimentación y realizasen estilos de vida más saludables y entonces no sabríamos si lo que previene es este tipo de ejercicio o los hábitos alimenticios y de vida”, explica.
“Así, teniendo en cuenta estos factores, hemos comprobado que el ejercicio físico vigoroso previene en mayor medida el síndrome metabólico que la práctica deportiva leve o moderada”, añade.
¿Qué se considera ejercicio vigoroso?
La intensidad de ejercicio físico se mide en equivalentes metabólicos (mets) y, para considerar que se practica de modo vigoroso, el esfuerzo tiene que ser superior a 6 mets. Por ejemplo, andar a paso ligero equivaldría a unos 2,5 mets, caminar a paso muy rápido a unos 4,5 como máximo. La natación se traduce en unos 6 mets, jugar un partido de fútbol 7 mets, el footing (8km/h) 8 mets y el atletismo, como por ejemplo, correr a 5min/km, alrededor de 12 mets.
“Cuando comparamos los efectos entre la intensidad y el tiempo de ejercicio físico, concluimos que ejerce un mayor beneficio la intensidad que el tiempo que se dedica a la práctica del ejercicio físico en el tiempo libre”, asegura.
El especialista concreta que lo realmente saludable es adquirir la capacidad de realizar ejercicio vigoroso. Por eso, es necesario saber cómo conseguir un mayor rendimiento deportivo y el máximo beneficio para la salud cuando se practica ejercicio físico.
“Estos resultados se han obtenido en participantes con un estado saludable, sin embargo, hay personas que no obtendrán beneficios cuando practiquen este tipo de deporte porque lo que están haciendo es dañino para su salud, ya que pueden sufrir patologías previas y no ser conscientes de ello”, advierte el doctor. “Antes de comenzar la práctica de una actividad deportiva de manera vigorosa, hay que descartar cualquier alteración anatómica o funcional del corazón”, concreta.
Por este motivo, la mejor alternativa es acudir a un especialista en medicina deportiva para valorar el estado del corazón y su resistencia. Este tipo de valoración debe incluir pruebas que ayuden a descartar cualquier tipo de cardiopatía (electrocardiograma, ecocardiograma, análisis de sangre, etc.) y una prueba cardiopulmonar de esfuerzo en bicicleta o en cinta rodante. “Estas pruebas nos permiten diseñar programas de ejercicio específicos según el objetivo de la persona, desde perder peso hasta mejorar tiempos en una maratón. El especialista le ayudará también a determinar la efectividad del ejercicio, ya que algunas personas que hacen deporte de forma habitual no saben a qué frecuencia cardiaca y a qué intensidad hay que ejercitar para obtener un mayor beneficio”, explica.
Además, los médicos especializados del Área de Medicina Deportiva de la Clínica, tras realizar el chequeo médico deportivo, “enseñan a practicar ejercicio físico intenso de modo saludable, ya que elaboran una dieta según las características personales y realizan un plan de entrenamiento con el que, además de prevenir futuras enfermedades, mejorará el rendimiento y la capacidad física”, añade el Dr. Montero.