Desde tiempos antiguos, existe en el imaginario popular la idea de que el tamaño de la nariz tiene relación con el del pene o miembro viril masculino.
Grandes narices como las de Julio César han sido asociadas a sexualidades desbocadas. Incluso en tiempos modernos, Freud, por ejemplo, habló de la curación de neurosis de origen sexual mediante la cauterización de la nariz. Aunque hoy en día la ciencia no secunda ninguna de esas ideas, la creencia pervive.
Lo cierto es que diversos estudios han demostrado que la nariz influye directamente en la sexualidad de las personas, desde la elección de pareja hasta la capacidad de detectar las emociones; incluso hasta el punto de que el sentido del olfato puede determinar el número de encuentro sexuales.
Una investigación publicada en la revista Biological Psychology sugiere que los hombres dotados de peor sentido olfativo tienen también menos encuentros carnales.
Según los psicólogos de la Universidad de Dresde autores del estudio, se debe a que su mala nariz les hace sentirse inseguros a la hora de detectar señales eróticas.
Las personas que "nacen sin sentido del olfato, lo que se llama anosmia congénita, reflejan una mayor inseguridad", detallan los investigadores.
Ciertamente a los antiguos romanos les impresionaban los hombres con penes de grandes dimensiones. Sin embargo no existe esa correlación entre nariz y miembro viril.
En el Renacimiento, el médico de Catalina de Médicis Laurent Joubert (1529-1582) escribió el libro Errores populares donde rebatía las patrañas y tópicos falsos sobre la salud y el cuerpo humano.
Entre otras cosas decía: "¿Acaso tienen todos los hombres el mismo tamaño o el mismo calibre en todas sus dimensiones? Seguramente que no.
La proporción de los miembros no se observa en todos los hombres. Algunos tienen un asombroso tronco por nariz, pero son planos en otra parte; y varios que tienen narices planas están muy bien dotados en el miembro principal".
Pero el intento más serio de relacionar la nariz con la sexualidad no data de épocas remotas, sino de la primera mitad del siglo XX, cuando el racionalismo se imponía generalmente a la superstición y la sociedad había escogido la ciencia y la tecnología como guías hacia el futuro.
En un libro de histología se citaba a un hombre que era asaltado por violentos estornudos cada vez que se encontraba en presencia de una mujer hermosa. Y se describían zonas del revestimiento de las fosas nasales con muchos vasos sanguíneos de paredes delgadas que a nivel microscópico son idénticas al tejido eréctil de cuerpos cavernosos del miembro viril.
Fuente: muyinteresante