Formas de pensar que limitan tu mente

Hay diferentes formas de pensar que limitan nuestra creatividad, que nos sumen en la agonía más intensa y que provocan que, en ocasiones, nos fundamos en el papel de víctimas.

Sin embargo, esta es una manera de ver la vida y, como tal, puede ser modificada.

Pero, ¿cómo? Siendo conscientes de estas formas de pensar tan perjudiciales para nosotros y que, en ocasiones, provocan que pongamos unas fuertes rejas a nuestro alrededor.

Formas de pensar que te aprisionan

“Lo dejo para mañana”

¿Te suena la palabra “procrastinar“? Es una “manía” que seguramente tienes y que provoca que siempre dejes algo que quieres hacer para el siguiente día.

Lo que sucede es que en la mayoría de las ocasiones esto se continua postergando hasta que cae en el olvido.

Excusas como que hay que ahorrar y no desperdiciar el dinero en ese viaje que tanto desearías o no darte ese capricho, aunque puedas, porque piensas que no estaría bien son maneras en las que te impides disfrutar de la vida.

Una forma de evitar esto es vivir cada día como si fuera el último, pero no en el sentido de derrochar hasta más no poder, sino de disfrutar, de permitirnos hacer lo que queremos.

Solo tenemos una vida, quién sabe dónde estarás mañana. ¿Por qué no empezamos a disfrutar aquí y ahora?

“No puedo dejar de pensar en…”

Existe algo denominado “pensamientos rumiantes” que se convierten en una bola cada vez más grande hasta que empiezan a superarte y se manifiestan en forma de ansiedad o dolor físico.

Algo que ha provocado en ti un sentimiento de vergüenza, una situación que ha hecho que aflorase en ti la culpa, puede hacer que este tipo de ideas obsesivas sobre cómo podrías haberlo evitado te acosen.

De repente, no puedes dormir bien, no puedes disfrutar de la vida y tu cabeza se convierte en un continuo “come-come” de pensamientos a los que no puedes ponerles fin.

Aprender a soltar será esencial para no aferrarte a esas ideas tan dañinas y que no te llevan a ninguna parte. Porque, si lo piensas bien, ¿acaso resuelves algo dándole vueltas a una misma situación que ya forma parte del pasado?

“Tengo que hacerlo perfecto”

¿Has sido alguna vez perfeccionista? Si es así sabrás que esto, en muchas ocasiones, te bloquea y te impide aceptar algo que ya ha finalizado.

En el supuesto caso de que estés con un proyecto entre manos, le dedicarás horas y horas a revisarlo buscando la perfección absoluta.

No obstante, seguro que eres consciente de que esto es algo muy subjetivo y que, en realidad, la excelencia no existe.

Seguro que tienes miedo a fracasar, temor a perder o un rechazo atroz a hacer las cosas mal. Pero, ¿te has parado a pensar que todo esto puede ser bueno para aprender y crecer?

Con la perfección jamás podrás mejorar, pero con la prueba y error sí. Acepta que no eres perfecto, da lo mejor de ti mismo y sigue creciendo.

“Me siento culpable o tú eres el culpable”

Ya has tenido una breve aproximación a la culpa anteriormente, pero es imprescindible abordarla en profundidad por la gran importancia que tiene.

La culpa, en sus dos formas (culpar a los demás o sentirte culpable), es muy dañina. No te deja vivir y te encasilla.

Cuando te culpas no eres capaz de salir de donde estás, te paralizas y te quedas sumido en los pensamientos rumiantes que te abordarán.

Cuando culpas a los demás, escapas de la responsabilidad que deberías tener sobre una situación y esto te aporta inmadurez y falta de perspectiva.

Es importante que encuentres el equilibrio necesario entre culparse y culpar a los demás para abandones estas dos formas de pensar que están limitando tu mente.

Muchos de nosotros hemos experimentado estas formas de pensar que nos hacen sentir mal, que nos paralizan y que impiden que vivamos felices y plenos.

Ahora que somos conscientes de cada una de ellas debemos poner todos nuestros esfuerzos para no caer nunca más en sus garras.

Porque no nos merecemos pasarlo tan mal cuando somos nosotros mismos los que nos hemos metido en esa encrucijada.

Recordemos que las peores tormentas son las que se forman en nuestra mente, no las que en realidad están ocurriendo.

Fuente: mejorconsalud 

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