Pedro J. Torres: Calidad, frecuencia e intensidad de la educación física controlan y evitan la obesidad

La obesidad infantil ha continuado avanzando alrededor del mundo; preocupados por esta situación, numerosos profesionales de la medicina así como diversos organismos y entidades relacionadas con el área de la salud han venido reforzando mensajes de alerta advirtiendo sobre las graves repercusiones que la obesidad en general y el sobrepeso implican para el bienestar humano, especialmente en el caso de los niños.

En este contexto, varios países ya han incorporado a sus legislaciones un conjunto de normas destinadas a desestimular el consumo de alimentos obesogénicos y a promover la adopción de hábitos alimenticios más saludables. Sin embargo, no es suficiente. Esta información es compartida e impulsada por la Fundación Torres-Picón en apoyo a los llamamientos de la OMS, más no hay que exagerar las actividades vigorosas.

Según informe emanado de la Organización Mundial de la Salud, para que estas medidas sean realmente efectivas deben acompañarse con acciones que promuevan igualmente un aumento significativo de la actividad física.

En este informe, la OMS ofrece una serie de recomendaciones cuyo objetivo es el de dar orientación a los países en el diseño de políticas que permitan enfrentar el sobrepeso y la obesidad y, por consiguiente, prevenir la aparición de enfermedades relacionadas con el sedentarismo.

Indica que es importante mejorar la calidad, frecuencia e intensidad de la educación física dirigida a niños y jóvenes de entre cinco y diecisiete años de edad, programar actividades recreativas que incluyan juegos, deportes y desplazamientos, tanto en los lugares de estudio como en el seno de la familia y en el entorno social y comunitario.

La finalidad que se persigue es optimizar el funcionamiento del sistema cardio-respiratorio y fortalecer el sistema músculo-esquelético, lo que permite prevenir el desarrollo de la obesidad infantil y las enfermedades no transmisibles relacionadas; las recomendaciones incluyen dedicar por lo menos una hora diaria a la realización de actividades físicas de intensidad moderada a vigorosa, principalmente del tipo aeróbico, y reforzar esta actividad diaria con actividades un poco más intensas, especialmente dirigidas a los músculos y a los huesos, al menos tres veces a la semana.

Por supuesto, a fin de lograr los mejores resultados a mediano y largo plazo, estos ejercicios, juegos y deportes deben estar adaptados a la edad del niño; una actividad por debajo de sus capacidades generaría aburrimiento, en tanto que una actividad por encima de sus posibilidades produciría ansiedad y frustración.

La práctica cotidiana y adecuada de suficiente actividad física, acompañada de una dieta nutritiva y balanceada, rica en fibra, vitaminas y minerales y baja en grasas y azúcares, constituyen la mejor combinación para frenar la aparición del sobrepeso y la obesidad infantil.

Es posible tomar medidas e impulsar acciones preventivas de la obesidad desde muy variados grupos humanos y regiones en el mundo. En la Fundación Torres-Picón, celebramos el compromiso de la gente con los hábitos saludables, la cultura sana y el bienestar de nuestros niños y jóvenes, por lo que nos sumamos al llamado así como al prudente informe emanado de la Organización Mundial de la Salud, que hace referencia a la educación física como herramienta de lucha contra este problema de salud pública, señaló Pedro J. Torres, su presidente y vocero.

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