¿Abdomen hinchado? ¿Digestión pesada? ¿Gases? ¿Ardor de estómago? Si notas alguno de estos síntomas, padeces los efectos de una mala digestión.
Puede que te ocurra un día puntual y no se vuelva a producir, pero si estos efectos se producen a menudo y alteran nuestra vida, debemos empezar a pensar en modificar algunos de nuestros hábitos para evitar padecer estos incómodos efectos de la mala digestión.
Qué provoca una mala digestión
En la digestión interviene, desde la forma de masticar y el tipo de comida que ingerimos, a los procesos orgánicos de nuestro cuerpo para llevarla a cabo.
Por un lado actúan la saliva, la bilis, el ácido clorhídrico del estómago y otros fluidos que se encargan de que el proceso digestivo se lleve a cabo con éxito en nuestro organismo.
Las malas prácticas que podamos realizar en cualquier parte del proceso, alterarán el buen funcionamiento del mismo y tendremos como consecuencia una mala digestión.
No masticar bien o masticar rápido, comer en exceso o ingerir muchas grasas de alimentos poco saludables, son los principales problemas que ocasionan este tipo de trastornos.
Este problema digestivo se denomina dispepsia, normalmente no tiene causa orgánica aparente, por lo que modificando nuestros hábitos alimentarios podemos minimizar los efectos negativos.
Consejos para conseguir una buena digestión
Lo primero que debemos hacer es analizar qué estamos comiendo, cuándo lo comemos y cómo lo estamos ingiriendo.
Serán los tres aspectos fundamentales que resolverán los efectos de la mala digestión.
Qué tipo de alimentos comer: habitualmente hacemos referencia a lo que denominamos comida saludable y llevar una vida saludable, pues bien, estas buenas prácticas son las que debemos tener en cuenta.
La dieta mediterránea y los alimentos bajos en grasa, además de aportarnos una buena nutrición y vitaminas, favorecen nuestro tránsito intestinal y una digestión correcta.
Fruta, pan integral, cereales, carnes blancas y pescado, serán nuestros mejores aliados.
Cómo comer estos alimentos: Despacio, despacio es la palabra. Debemos comer y beber despacio y calmados, sin estrés. Como mínimo deberíamos destinar al menos 30 minutos para cada comida y evitar hacer una actividad física intensa después de ingerir alimentos.
Cortar la comida en trozos pequeños y masticarlos como mínimo 20 veces ayudarán a que el estómago tenga que realizar un menor esfuerzo, por lo que la digestión será más fácil.
Por último, antes de dormir debemos evitar las comidas copiosas y realizar cenas ligeras.
A qué hora ingerir alimentos: La regularidad en los horarios es fundamental. Tenemos que procurar realizar las comidas a las mismas horas.
Es mucho mejor comer menor cantidad y con mayor frecuencia, que más cantidad en menos comidas. Cinco o seis comidas al día será la cifra ideal que debemos marcarnos.
Si conseguimos seguir todos estos consejos y llevar una vida saludable, incluyendo rutinas de deporte habitual, veremos como poco a poco desaparecen todos los efectos negativos de la mala digestión y sentiremos un bienestar en nuestra rutina habitual.