Pedro J. Torres: No es sólo lo que se come, sino cómo se come, lo que desata la obesidad

Una encuesta realizada recientemente por el Centro de Opinión Pública de la Universidad del Valle de México indica que el actual incremento de los índices de obesidad está estrechamente relacionado, no solamente con el tipo y calidad de los alimentos que se consumen, sino también con los hábitos de alimentación y de salud en general que predominan en la actualidad. La información es compartida por la Fundación Torres-Picón, que se dedica entre otras actividades a la promoción de la prevención en salud, y a impulsar las artes, la cultura y la educación entre jóvenes y niños.

En épocas pasadas existía la costumbre arraigada de que, a la hora de las comidas, toda la familia se reunía en la mesa a compartir el alimento y los eventos del día; paralelamente, aunque no se cuenta con datos exactos, es un hecho aceptado que en aquellos tiempos los índices de obesidad, especialmente de obesidad infantil, se mantenían en niveles moderados, por no decir mínimos. En la actualidad, a causa del ritmo acelerado de la vida moderna, entre otros factores, estas costumbres han cambiado y son pocas las familias que aún mantienen esta especie de “cita cotidiana doméstica”; coincidencialmente, las tasas de obesidad en la población general, y especialmente las de obesidad infantil, se han disparado en los últimos años. Pero, ¿se trata realmente de una coincidencia, o existe una relación entre ambos fenómenos?

Para el mencionado estudio se entrevistaron 476 niños y jóvenes estudiantes, y sus madres, oriundos de diecinueve ciudades de México, a fin de conocer los hábitos de alimentación practicados en sus hogares; se conoció que en más de un tercio de éstos, los miembros de la familia acostumbran llevar a la mesa periódicos, libros o diferentes elementos tecnológicos, como tabletas o celulares. Igualmente, el 53% de los niños y jóvenes admitieron que normalmente toman sus comidas sentados frente al televisor; esta práctica anula toda posibilidad de intercambio entre los miembros de la familia, a la vez que aleja la atención de la comida, desviándola hacia dichos elementos.

Con respecto a la cantidad de las raciones, ocho de cada diez madres aseguran que ofrecen raciones adecuadas a sus hijos, y el 70% considera que no sirven platos demasiado abundantes; sin embargo, la mitad de los niños indicó que sus madres les sirven demasiada comida en cada plato. Al mismo tiempo, el 60% de las madres y el 68% de los niños indicaron que es norma en su hogar que los niños coman todo lo que se les sirve, lo cual impide que los niños determinen hasta dónde deben comer para sentirse satisfechos, y probablemente estén ingiriendo alimentos en demasía.

En cuanto a la calidad de los alimentos, casi el 70% tanto de madres como de niños dijo que todas sus comidas se acompañan con porciones de pan o similares (tortillas de harina); por otro lado, el 45% de los niños reveló que los refrescos y las bebidas azucaradas y carbonatadas forman parte de su dieta cotidiana, en tanto que sólo el 37% admitió este hecho. Asimismo, la mayor parte de los participantes en esta encuesta admitió que el consumo de frutas y verduras era casi inexistente.

Otro factor determinante de la obesidad infantil analizado en esta encuesta es el relacionado con la cantidad de ejercicio que ejecutan los niños y jóvenes; en este sentido, las cifras son preocupantes, puesto que si bien el 68% de las madres considera que el ejercicio es muy importante para la salud de sus hijos, sólo el 55% de los jóvenes está de acuerdo con esta opinión; en efecto, el 30% de los menores encuestados reconocieron que no practican ningún tipo de actividad física fuera del ámbito escolar.

En cuanto a las actividades sedentarias, sólo en una cuarta parte de los hogares se establecen límites de tiempo frente al televisor, en tanto que el 54% de los niños dedican dos o más horas a la computadora, tableta o celular, en forma ocasional o frecuente, y en el 13% de los hogares se les permite a los niños entretenerse con videojuegos durante más de dos horas diarias.

Para el presidente y portavoz de la Fundación Torres-Picón, Pedro J. Torres, dedicada a labores preventivas de la obesidad infantil, es indispensable insistir en la formación de conciencia respecto a la enfermedad y sus secuelas.

Esto debe hacerse en el hogar y también en las escuelas. Con los padres y representantes, con los maestros y profesores, y con los gobernantes. Hay que trabajar simultáneamente lo individual y lo colectivo. Torres subraya que si se logra disminuir y controlar ésta enfermedad, descenderían las muertes prematuras en todo el mundo. Es lo que se desprende del análisis de las estadísticas.

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