El otro día publicábamos 6 formas inteligentes de tratar con con las personas tóxicas, lo cual deja abierta una evidente cuestión: "¿quiénes son realmente las personas tóxicas?"
Los podemos encontrar por todas partes; en el trabajo, en nuestras amistades, en nuestras relaciones... y al igual que cualquier tipo de toxina, debemos evitar o limitar nuestra exposición, pues puede ser verdaderamente destructivo y agotador.
Por desgracia, nadie viene con una etiqueta de advertencia: "Ojo, soy tóxico", pero tienen unas características que podemos observar claramente.
Imagen: Wiki How
1. El arrogante tóxico.
Hay una fina línea entre la confianza en uno mismo y la arrogancia. Entre otras cosas, el que confía en sí mismo, no intenta destruir a los suyos; el arrogante sí. La confianza inspira; la arrogancia intimida. Las personas arrogantes se sienten superiores a los demás, lo que es igual a sentir que el resto son inferiores a él. La batalla contra este tipo de persona, está perdida de antemano, pues puedes elegir entre escuchar toda su omnipotente sabiduría, o puedes enfrentarte a él e introducirte en una continuada disputa con él.
2. El victimismo tóxico.
La víctima perpetua es una de las personas más peligrosas que puedes tener alrededor. El universo conspira continuamente contra ellas, y nunca llegan a encontrar su parte de culpa en los cientos de problemas que cada día tienen: tuve una mala infancia, mi jefe no es razonable conmigo, mi familia no me quiere, la gente se cansa de mí. Ellos nunca llegan a apropiarse de sus propias vidas, pues es evidente que todo problema que se causan, nunca es culpa de ellos.
Sí, el tonto a secas. Aunque encontraremos tontos de todas las formas y maneras, un tonto tóxico para mí, es aquella persona que comete una y otra vez los mismos errores y no hace por aprender de ellos. Prefiere ser feliz en la ignorancia antes que enfrentarse al conocimiento. No quiere consejos y tiene una filosofía de vida que te hace pensar si realmente debería tener tratamiento psicológico. No te pide ayuda, y tampoco la acepta, aún siendo consciente de que tiene problemas, pero tarde o temprano, si estás cerca de esa persona, sus problemas acabarán siendo tus problemas.
4. El envidioso.
El problema de los envidiosos, es que realmente ellos no quieren conseguir lo que tú tienes; quieren que tú pierdas lo que tienes. Y tu pérdida, sería su felicidad. Por tanto, estar cerca de estas personas, es tener al enemigo constantemente poniéndote trampas.
5. El mentiroso tóxico.
Casi todo el mundo miente, la verdad, pero hay mentirosos crónicos dañinos de los que no sabes qué creer. Nunca podrás confiar en su palabra o sus promesas. Ellos mienten acerca de sí mismos y mienten acerca de otros, por lo que probablemente, en otros grupos, mentirá acerca de ti.
6. El negativo tóxico.
La negatividad destruye relaciones, destruye energía, vitalidad y todo lo que encuentra a su paso. Y no es nada espiritual, sino científico. Si te expones constantemente a comentarios negativos, tarde o temprano, acabarás teniendo un mal día, y después una mala semana.
7. El codicioso tóxico.
Si bien la ambición es buena, pues significa querer prosperar, la codicia extrema, básicamente significa que lo queremos todo al precio que sea. Y esas personas con ese afán de querer más, ganar más, al precio que sea, es lo que hace que personas inocentes, un día dejen de ser inocentes y se metan en problemas.
8. El chismoso tóxico.
Los chismosos suelen verse a sí mismos teniendo una conversación interesante y profunda acerca de la vida o actos de otras personas. El problema es que no hay distinción entre la especulación y los hechos. Suelen meter en problemas a terceros al sacar de contexto conversaciones que pueden derivar en un enfrentamiento al no saber quién dijo qué. Tan peligroso es el chismoso consciente como el chismoso inconsciente por el daño y conflictos que causa.
9. El perezoso tóxico.
Aunque todos podemos ser perezosos en un momento dado, hay perezosos crónicos que contagian todo lo que rodean, pues incluso las personas más fuertes de mentalidad, suelen acabar acoplándose al ritmo de las personas de las que se rodea. Cuanto más tiempo pases dejándote llevar por la pereza, menos ganas tendrás de salir de ella.
Por tanto, si detectas este tipo de comportamientos en la gente que te rodea, ya estás expuestos a la toxicidad.
Y el consejo es claro: evitar a toda costa en caso de que te sea posible, o disminuir la exposición ante este tipo de toxicidad, porque no importa lo fuerte que seas. Tarde o temprano, estas personas acaban provocando daños.