Fumar â??endureceâ? las arterias

Algunos expertos la nombran como la gran depredadora de la salud, quizás por la capacidad que esta enfermedad tiene de ocasionar daños en todo el cuerpo.

Se trata de la ateroesclerosis, padecimiento que es tan antiguo como la vida y descrito incluso en pleno renacimiento por Leonardo da Vinci.

Justamente, al acumularse grasa, colesterol y otras sustancias en las paredes de las arterias es cuando se producen las llamadas lesiones ateroescleróticas o placas, responsables de ese endurecimiento que con el tiempo puede obstruir las arterias, limitar o bloquear el flujo sanguíneo y ocasionar múltiples problemas de salud. Sepa usted que puede afectar a cualquier arteria del cuerpo, incluidas las del corazón, el cerebro, los brazos, las piernas, la pelvis y los riñones.

No es fortuito entonces que numerosos especialistas e investigaciones se dediquen al estudio de esta enfermedad. Tal es el caso del doctor José Emilio Fernández-Britto Rodrí­guez, coordinador de la Carrera Certificativa de Investigación en Ateroesclerosis y director del Centro de Investigaciones y Referencia de Ate­roesclerosis de La Habana (CIRAH).

Sobre uno de sus más recientes trabajos científicos, relacionado con el efecto del tabaco en el desarrollo de la lesión ateroesclerótica de la cardiopatía isquémica a partir de un estudio de autopsias, Granma conversó con el profesor Fernández-Britto en el recién celebrado ATEROfórum 2015.

Explicó el especialista que “el tabaco es el único producto de consumo legal que mata hasta la mitad de sus usuarios. Una persona cada seis segundos muere en el mundo por fumar. Un cigarrillo tiene más de 7 000 sustancias químicas, entre estas la Nicotina. En general en cinco minutos se inhala 10 veces por lo que se reciben entre uno y dos miligramos de nicotina por cigarro. Unos 20 cigarros al día se traducen en 200 inhalaciones y entre 100 y 200 mg de nicotina en 24 horas”.

“Como estamos convencidos que la ateroesclerosis es una enfermedad, ‘de la intoxicación de la sangre’, creemos que el tabaco contribuye en gran medida a su desarrollo. Este constituye un factor de riesgo para seis de las ocho principales causas de muerte mundial y uno de los principales factores de riesgo de enfermedades no transmisibles frecuentes como las cardiovasculares, respiratorias crónicas, el cáncer y la diabetes”.

Para entender la ateroesclerosis, señaló el experto, es necesario comprender el desarrollo y distribución de las tres lesiones básicas de esta enfermedad: Estría Adiposa (EA), Placa Fibrosa (PF) y Placa Grave (PG). “Se conoce que las EA se transforman en PF y estas en PG, por lo cual es muy importante estimar la velocidad de cómo se producen estos cambios, porque en esto se basa el criterio de gravedad (incremento de la carga aterosclerótica) para que aparezcan síntomas y signos de un evento clínico de mayor importancia”, refirió el experto.

A partir de ello, dijo Fernández-Britto, la in­tención de esta investigación era demostrar con bases científicas inobjetables la responsabilidad que el consumo del tabaco ejerce en el desarrollo de la lesión aterosclerótica en cualquier arteria.

Para ello se realizarían autopsias completas con el estudio descriptivo de arterias y órganos utilizando métodos y procedimientos internacionales validados por la Organización Mundial de la Salud, como el Sistema Aterométrico, de gran utilidad para la caracterización de las lesiones en cualquier arteria, órgano y paciente, y crea­do por el entrevistado de conjunto con otros investigadores.

De esa forma, dijo se realizaron 791 autopsias consecutivas de la base de datos del CIRAH, de ambos sexos, mayores de 18 años de edad, que cumplieran los requisitos para ser incluidos en el estudio, y previa consulta a los familiares.

El 61 % eran hombres y un 39 % mujeres. De ellos el 14 % era diabético, el 30 % hipertensos y un 50 % fumadores. Destaca, dijo el entrevistado, que el 66 % de las muertes súbitas fueron mujeres fumadoras.

En los cuatro grupos de edades estudiados, (menos de 50; 50-65 años; 66- 80 años y mayores de 80) predominaron los fumadores. Igual­mente resultó mayor el número de fumadores diabéticos e hipertensos que los que no fumaban y presentaban ambas condiciones, lo cual refleja el valor que le aporta el fumar a estas enfermedades.

Asimismo, refirió el especialista, fueron mucho más las PF y PG encontradas en los fumadores que en aquellos que no tenían este hábito.

“El consumo de tabaco incrementó de manera importante el progreso de las lesiones ateroescleróticas en las tres principales arterias coronarias; y el aumento de las lesiones ateroes­cleróticas en consumidores de tabaco se hizo más notable en las más severas (Placas Fibro­sas y Placas Graves)”, mencionó.

En cuanto a las lesiones ateroescleróticas menos severas Estrías Adiposas, en general mantuvieron sus mayores valores en los no consumidores del tabaco como expresión de una mayor lentitud en el proceso.

Al valorar la relación entre la cardiopatía isquémica y los efectos del tabaco, la investigación arrojó que un 53 % de las personas que tuvieron esta afección eran fumadoras, sobre un 6 % que no lo eran y también sufrieron de cardiopatía.

“Resulta evidente que el consumo del tabaco contribuye de forma importante al progreso dinámico de la lesión ateroesclerótica responsable de la cardiopatía isquémica y esta condición se repite de manera similar en ambos sexos.

Además, el consumo de tabaco exhibe un proceso más acelerado que la hipertensión y la diabetes para el desarrollo de las lesiones ateroescleróticas, sobre todo las más severas PF y PG, en todas las arterias del organismo, con­cluyó el especialista.

Te podría interesar

Deja tu comentario

Populares