Absolutamente toda la superficie del cuerpo humano está cubierta por ese maravilloso tejido que es la piel.
La piel tiene tantas funciones en el cuerpo, primero como primera barrera de defensa, luego como protección, como órgano de desintoxicación del cuerpo a través del sudor y como regulador de la temperatura corporal entre otras.
La piel también es un órgano de tanta sensibilidad que presenta enfermedades que generalmente son de difícil curación. Según la medicina China esto se debe a que en la piel se refleja el estado de salud de otros órganos como el intestino delgado.
Los médicos Chinos han comprobado que el intestino delgado tiene también entre sus funciones la de regular toda la piel del cuerpo, incluída su propia membrana mucosa o “piel” que lo recubre.
La inteligencia del intestino delgado lo lleva a “decidir” qué sustancias de la alimentación pueden ingresar al organismo a través de él y cuáles deben continuar su camino para ser desechadas por el intestino grueso.
Cuando el intestino delgado se irrita y se inflama, se refleja inmediatamente en la piel. Por eso si se trata de curar una enfermedad de la piel con cremas, con cortisona o con medicamentos, no hay respuesta hasta que no se dirijan los esfuerzos a desinflamar y atenuar la irritación del intestino delgado a través de un cambio de alimentación.
Muchas de las enfermedades “rebeldes” de la piel como el eczema, las dermatitis atópicas, la rosácea o la psoriasis se curan simplemente con algunos cambios en la alimentación.
Al darle oportunidad al intestino delgado de atemperarse y desinflamarse, él mismo al regularse, vuelve a la normalidad las alteraciones de la piel, que utiliza para desechar el exceso de toxinas que se manifiestan en la forma de las enfermedades mencionadas y de muchas otras más.
Otro problema de la piel es la celulitis, que tiene el mismo origen en la inflamación e irritación del intestino delgado. La atención de la salud del intestino delgado comienza por la restricción de los alimentos y bebidas llamadas blancas, que se identifican por su color y se pueden contar con los dedos de una mano:
Azúcar blanco (dulces, postres, nieves, chocolates, azúcar)
Harinas blancas (panes, galletas, pastas, pasteles, frituras, cereal de caja)
Grasas (mantecas, tocino, puerco, carnes grasosas)
Lácteos (leche, crema, quesos, yogurt, etc.)
Arroz blanco
También le son dañinos y le causan irritación los antibióticos orales, otros medicamentos y el consumo de alcohol, así como el exceso de comida.
Le benefician los alimentos naturales, principalmente las frutas y las verduras, la miel y los cereales naturales, así como las infusiones de plantas digestivas como la manzanilla, yerbabuena, tomillo y mejorana.
Ya lo dijo Hipócrates: “Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento”.
La correspondencia del intestino delgado con la piel, puede observarse en los tratados de Acupuntura, revisando el meridiano del intestino y corazón que atraviesa por el frente del cuerpo, baja por el hombro a través del brazo, pasando por el codo y termina en la punta del dedo meñique.
Muchas de las afecciones de la piel que se manifiestan en los recién nacidos o niños lactantes, tienen su origen en lo que comió la madre durante el embarazo o durante la lactancia.
Por eso es importante que se cuide la alimentación de las mujeres gestantes y lactantes y no se escuden en los llamados “antojos” para comer chatarra, pues el desorden alimentario lleva a muchas mujeres a la llama toxemia gravídica, que puede causarles trastornos graves.