La obsesión por obtener el mejor cuerpo llevó a una joven británica a poner en serio peligro su salud.
Pese que los nutricionistas recomiendan la ingesta de al menos 1,700 calorías, con tan solo 18 años Lydia Davies comenzó a ingerir 13 calorías al día.
Ahora, cinco años después de caer en la anorexia, ha narrado en un libro cómo eran sus días más duros. Pasó de comer con normalidad, a ingerir tan solo unas cucharadas de sopa y una bebida light.