Es el momento de profundizar aún más en el conocimiento ancestral sobre el placer y aprender unos cuantos trucos más que les permitirán disfrutar plenamente entre las sábanas.
Algunos parecen indicados para el disfrute femenino, otros se centran en el masculino, pero la mayoría gustarán tanto a ellos como a ellas. Al fin y al cabo, esto no es una competición, sino trabajo en equipo.
La técnica del alineamiento coital
Bajo este nombre que parece sacado de un libro de ingeniería se oculta uno de los métodos más difundidos para potenciar el placer femenino y masculino a través de una mayor intimidad física y emocional. Consiste, básicamente, en una variación de la postura del misionero, sólo que en lugar de penetración, el hombre se desplaza unos centímetros más de forma que se apoye en los hombros de su pareja y su pene estimule el clítoris de la mujer. Las piernas de esta deben permanecer rectas mientras que el hombre las rodea con las suyas propias, aunque cabe la posibilidad de que ella también rodee al hombre con sus piernas. En lugar de realizar un movimiento de dentro a fuera, como en el sexo vaginal convencional, se realiza un movimiento de arriba abajo. Una posición ideal para aquellas mujeres que alcanzan más fácilmente los orgasmos de clítoris (que suelen ser la mayoría).
Posición Yab-Yum
Una de las prácticas más habituales del sexo tántrico, y que también recibe el nombre de â??Padre - Madreâ?. Teóricamente, se basa en la polaridad genérica de hombres y mujeres que se sintetiza en la unión sexual. En la práctica, en que la mujer se siente encima del hombre mientras este se encuentra también sentado en una silla o en la cama con las piernas cruzadas en posición de mariposa, de forma que sus rostros se encuentren muy cerca uno de otro, a ser posible sincronizando la respiración. Por una parte, esta posición permite a ambos un nivel de intimidad difícil de alcanzar con otras posiciones; por otra, estarán representando a Shiva y Sakti, las energías divinas femenina y masculina respectivamente. Quizá sea complicado de llevar a cabo, pero también puede hacerte sentir como un dios.
También conocido como coito a la florentina o coito florentino, no tiene nada que ver con el presidente del Real Madrid ni con el popular humorista de El informal, pero sí con la ciudad de Florencia. Esta técnica consiste en que la mujer debe agarrar la base del prepucio, retirando la piel en caso de que el hombre no esté circuncidado. Este método tiene varias funciones: facilitar la erección del hombre, aumentar su sensación de placer al poner al descubierto más conexiones nerviosas del pene y acelerar la eyaculación.
Además, como propone León Robert Gindin en La nueva sexualidad de la mujer, esta técnica también permite al sexo femenino seguir disfrutando incluso después del orgasmo masculino, cuando la erección ya se encuentra en receso. Muchas de estas técnicas se basan en retardar la explosión orgásmica todo lo posible, lo que aumenta el placer cuando esta llega
Cabalgando las olas
Imaginémonos un surfero en una gran ola. Poco a poco, este se internará en la marea hasta ascender poco a poco en la cresta de agua, y una vez arriba, se verá obligado a bajar si no que la potencia de la ola le trague. Algo semejante ocurre con esta técnica, en la que uno (en solitario o con su pareja) intenta alcanzar el orgasmo, pero una vez este se acerca, detiene toda la estimulación y el movimiento. Inspira profundamente y expira mientras se estimula a una velocidad menor. Debe hacerlo repetidas veces hasta que el clímax, más profundo y placentero, acabe por llegar.
Coitus reservatus
Como el lector habrá comprobado, muchas de estas técnicas se basan en retardar la explosión orgásmica todo lo posible. El ejemplo más claro es esta clase de continencia sexual, que se basa en retrasar la eyaculación todo lo que se pueda manteniéndose en la fase de meseta de la relación sexual el mayor tiempo posible. Esta técnica es conocida también como karezza, una posible evolución del italiano carezza (â??cariciaâ?) o del persa. Fue expuesta por la doctora Alice Stockham en su libro Kareeza, ética del matrimonio, en la que consideraba el orgasmo como el final, la muerte, por lo que también proponía la continencia femenina para desterrar el clímax como única meta de toda relación sexual.
Que suena mejor que masaje prostático, ¿verdad, hombres? No hay que cortarse: desde hace siglos, los franceses han tenido claro que la estimulación de la zona del perineo ha multiplicado exponencialmente el placer masculino. Cada cual decide cuán lejos quiere llegar: los más arriesgados dejarán introducir un dedo en su ano, mientras que los menos avezados se conformarán con recibir suaves caricias en dicha zona, que también funciona.
El misionero que se convirtió en mariposa
Al igual que ocurría con el alineamiento coital, esta posición evoluciona del archifamoso misionero. Para practicarla, la mujer debe tumbarse por completo en la cama mientras el hombre la penetra de pie y, si es posible, aguantando las piernas de su pareja por encima de los hombros. Aunque pueda parecer muy incómoda, hay una buena razón para decantarse de vez en cuando por esta posición: favorece la penetración profunda que estimula el cuello uterino, lo que ayuda a la mujer a alcanzar orgasmos más potentes.
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Fuente: El Confidencial