Tiene 22 años con un daño cerebral y ha aprendido a bailar bachata antes que a caminar. ¿Cómo?

Sara Giménez Lage es catalana, tiene 29 años, es profesora de baile y está finalizando el último año de su segunda carrera universitaria, Grado en Terapia Ocupacional.

Ha intervenido en pacientes con afectación traumatológica y neurológica. Une sus grandes dos pasiones para cumplir con su vocación: ayudar a los demás.

Ha colaborado para el colectivo de psiquiatría de Sant Boi (Barcelona) o en centros como el servicio de Rehabilitación y medicina física del Hospital de Bellvitge, pero lo que Sara nunca esperaba era que mostrar un simple vídeo de su trabajo de rehabilitación en Facebook tuviera tal repercusión: su vídeo lo han visto ya más de 300.000 personas, ha sido compartido casi 5.000 veces y ha aglutinado cientos de comentarios de enhorabuena por su labor.

Lo que muestra el vídeo es a Sara con una de sus usuarias del Servicio de Rehabilitación, una joven de 22 años que quedó en silla de ruedas por un traumatismo cranoencefálico (la causa más común de discapacidad en la gente joven).
 
Probablemente lo que esta chica nunca pensó es que bailaría de nuevo a su cantante favorito. Sara le ha ayudado a ello. Pero no es significante sólo por algo emocional: mediante el baile, esta joven, como otros pacientes, ha trabajado la motivación, la confianza, la memoria, la concentración, la coordinación, la tolerancia a la frustración, el equilibrio, la psicomotricidad, la estabilidad y la movilidad.
 
Y todo a través de una actividad que le motiva mucho más que “levantar saquitos de arena o mover una máquina”, como nos cuenta la estudiante de Terapia Ocupacional. Precisamente la Terapia Ocupacional es una ciencia que se centra en aprovechar las actividades significativas de una persona como hilo conductor para lograr una mejora de las capacidades funcionales, cualesquiera que sean.

Sara combina este trabajo con el de profesora de danza. También se ha formado en psicodanza y biodanza, dos áreas que le han servido para ayudar mediante el baile no sólo a sus alumnos de la academia, sino a colectivos de niños con parálisis cerebral, adultos con depresión, carga de estrés o en tratamiento psiquiátrico, pacientes con daños neurológicos o traumatológicos e incluso a personas de la tercera edad que residen en geriátricos.

Según Sara, la protagonista del vídeo que ha causado tanto revuelo ha aprendido los pasos que vemos en un mes y medio. Aunque, según la terapeuta, “la problemática no era la forma de los pasos, sino las capacidades que rige el cerebelo, que le afectaban a la coordinación y la estabilidad. Ha sido ayudada a rehabilitarse por muchos profesionales de la salud”, destaca, y no se otorga el mérito. “No me pongo medallas en esto, pues no las merezco. 

Esta paciente es admirable en cuanto a capacidad de superación y alegría de vivir, repite cuantas veces haga falta y pide ayuda. Así que son los mismos pacientes los que me han enseñado la lección a mí de 'si quieres hacerlo puedes hacerlo'”, dice Sara.

Sara Giménez Lage

Pero lo interesante de la historia es, en realidad, su trasfondo: el baile es terapéutico. Sara se dio cuenta de ello hace una década. “Para mí el baile era el tratamiento para cualquier 'bajón'. Ni aspirinas, ni alcohol, ni otras sustancias: baile, baile y más baile.

Mientras picamos con los pies en la tierra, no entramos en bucles mentales de preocupaciones, miedos, estrés y pensamientos negativos”. Y fue más allá a hacer de ello su profesión: “Existe múltiple bibliografía científica sobre el efecto de la música en el hipotálamo y en general el efecto cerebral, de modo que solo con una base musical, pueden reestablecerse múltiples segregaciones orgánicas.”

Sí. El baile alivia y rehabilita. Pero, ¿a quién? Sara nos cuenta cómo puede ayudar un Terapeuta Ocupacional: “La música puede ayudar en la vejez para trabajar la memoria en personas afectadas de demencia, alzheimer o parkinson, por ejemplo.

A usuarios afectos de disfunción neurológica o traumatológica la terapia está destinada a rehabilitar funciones corporales y cognitivas dañadas. En psiquiatría, usuarios con bipolarismo, depresiones o esquizofrenia experimentan un cambio de ánimo gracias al baile en solo una sesión. En mis clases promuevo la autoestima y el trabajo de los prejuicios”. Un tratamiento creativo brillante que las reformas en Salud quieren dejar fuera de la práctica socio-sanitaria junto al de psicólogos y fisioterapeutas.

Sara lleva mucho tiempo viendo el baile como un estudio de campo antropológico más que como una actividad de ocio. Tanto, que puede saber cosas de una persona con tan sólo verla bailar. Ella misma dice que “el lenguaje corporal corresponde en más de un 55% al movimiento, gestos, dirección de la mirada”, por eso una persona que haya sido estudiosa del movimiento puede entender ese vehículo de expresión que es el cuerpo.

“Cada persona con la que he tratado es una riqueza y cada vez que conoces las experiencias vitales de alguien, cómo ha recorrido ese camino, casi me parece que estoy robando un saber inmenso de cada persona. En un centro escolar de Parálisis Cerebral y colectivos de niños con Síndrome de Down pude conocer a niños que nacieron con características peculiares.

Pese a los estigmas sociales como 'ay, pobrecitos, nunca harán una vida normal' o 'siempre los tendrán que cuidar', me enseñaron a apreciar la vida, a aceptar la expresión de nuestro ser tal cual es y con ello enfrentarse al mundo. La vida está llena de abundancia si se sabe ver”, añade Sara, la profesional que nos mostró que es posible bailar antes que caminar.

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