PORTLAND, Oregon, EE.UU.— Suena la campana y los estudiantes salen corriendo por los pasillos y se instalan en colchonetas. Se quedan en silencio apenas la instructora golpea un cuenco tibetano que emite sonidos musicales.
"Permítanse experimentar la sensación de estar aquí, en este momento", dice la instructora Caverly Morgan a dos decenas de estudiantes en la escuela secundaria Wilson de Portland, en el estado de Oregon.
Los estudiantes se registraron en una clase de un año sobre atención plena cuyo objetivo es aliviar la ansiedad y la depresión y prevenir actos de violencia. Durante 90 minutos, tres veces por semana, los estudiantes practican yoga, meditan sentados y caminando, ensayan técnicas de visualización y respiración profunda, preparan un diario personal y aprenden a escuchar a los demás sin juzgar.
La idea es que concentrarse en el instante puede ayudar a una persona a lidiar mejor con el stress, las emociones difíciles y los pensamientos negativos.
La atención plena, el yoga y la meditación son cada vez más populares en Estados Unidos debido a sus beneficios para la salud emocional, mental y física. Estas prácticas centenarias se remontan a los budistas y los hinduistas, pero las culturas occidentales las han secularizado y enfocado en posturas físicas, respiración y técnicas de relajación.
Estas prácticas son ofrecidas actualmente a sus empleados por corporaciones como Google, Target y General Mills. Presos, pacientes internados en hospitales y los marines las emplean para combatir el stress y las enfermedades, y mejorar la concentración y el bienestar y ahora escuelas de todo el país están empezando a usar estas prácticas.
Hay quienes no las ven con muy buenos ojos.
El año pasado una escuela primaria de Ohio suspendió un programa de atención plena luego de que varios padres se quejaran de que se asemejaba demasiado a religiones orientales y que un estudio de abogados conservadores radicase una demanda en nombre de una pareja de Encinitas, California, aduciendo que el propósito de las clases de yoga era adoctrinar a los estudiantes.
Muchas escuelas, no obstante, aseguran que el programa es exitoso.
En Richmond, California, donde un profesor comenzó un programa de clases de concentración, las escuelas informaron que disminuyeron los castigos y los problemas de conducta de los estudiantes de familias de bajos ingresos.
El distrito escolar de South Burlington, Vermont, ofrece un exitoso curso sobre atención plena como parte de un programa de salud y bienestar.
Portland es un estado progresista, por lo que no llama la atención que sean bien recibidos los cursos de atención plena. Los propios estudiantes se muestran complacidos.
"A veces me cuesta respirar, tengo ataques de pánico. Esta clase me ayuda a prestar más atención a mi respiración y a superar el problema", afirmó Cassia McIntyre. "No estoy tan estresada, puedo lidiar mejor con las tensiones".
La clase fue ideada por Morgan, quien estudió en un monasterio de budismo zen durante ocho años y abrió un centro de meditación en Sacramento. Vino a Portland hace dos años y puso en marcha su programa llamado Paz en las Escuelas, en sociedad con Allyson Copacino, quien enseña yoga a los menores.
Comenzaron su programa para después de clases en Wilson. Luego de que cientos de estudiantes se inscribieron, el director de la escuela Brian Chatard tomó nota. La escuela lidiaba con el suicidio de un estudiante y tenía pocos recursos para hacer frente a los trastornos mentales y emocionales de los estudiantes.
"La secundaria es el período más duro para muchos chicos", expresó Chatard. "Sufren cambios emocionales, cambios hormonales y tienen presiones sociales. Surgen enfermedades mentales en algunos muchachos, depresiones, y está la presión de la universidad y de los deportes. Todas estas cosas son abrumadoras si no se tiene una estrategia para hacerles frente".
Durante una clase en octubre, Morgan les pidió a los estudiantes que visualizasen un momento estresante en sus vidas y pensasen en el diálogo interno negativo que se sucedía en sus cabezas.
Los estudiantes escribieron sus pensamientos en un diario y luego compartieron sus anotaciones en la clase en parejas, escuchando al otro en forma compasiva y sin juzgar.
Aprender a reconocer al "crítico que llevan adentro" es vital para los adolescentes, según Morgan.
"Es muy importante que los chicos aprendan a hacerlo, porque esa voz crítica genera comportamientos que son muy poco saludables, como reacciones exageradas, provocaciones e incluso suicidios", manifestó.
Psicólogos pediátricos de la Oregon Health & Science University están estudiando el impacto del programa en los estudiantes.
Un programa parecido se ofrece en la Rosemary Anderson High School, de la vecina Gresham, para estudiantes que han sido expulsados de sus escuelas, dejaron de estudiar, son desamparados o son criados por solo uno de los padres.
El programa es obligatorio en esa escuela y los alumnos se mostraron escépticos y se quejaron al principio, de acuerdo con la directora de la escuela Erica Stavis.
A mitad de curso, sin embargo, los estudiantes dijeron que la clase los ayudaba lidiar mejor con sus sentimientos y con las cosas que los irritaban, y a tomar distancia de actitudes destructivas durante situaciones familiares difíciles.
"Este programa llena un vacío", dijo Stavis. "Ayuda a los estudiantes a aprender a resolver problemas".