10 mitos sobre la influenza y la vacunación para prevenirla

¿Qué tanto sabes acerca de la influenza? Descubre los mitos más comunes sobre esta enfermedad y rómpelos de una vez.

Mito 1: La vacuna contra influenza causa influenza

Realidad: La vacuna contra influenza inactivada, es una vacuna que sólo usa fragmentos del virus de influenza que no son capaces de generar la enfermedad.

Las vacunas ayudan a que el organismo desarrolle inmunidad al emular una infección que no provoca enfermedad y genera que el sistema inmunitario produzca anticuerpos (células de defensa).

A veces, después de recibir una vacuna, se puede presentar síntomas que son pasajeros como elevación de la temperatura, malestar general o dolor en el sitio de aplicación.

La vacunación es capaz de generar anticuerpos “células de memoria” que recuerdan cómo enfrentar la enfermedad si se vuelve a topar con ella. Este proceso se realiza en unas dos semanas, pero es hasta un mes después que se considerar que la persona está protegida.

Por lo tanto, es posible contraer influenza si se expone al virus justo antes o justo después de vacunarse pero no a causa de la vacunación. Además, muchos otros agentes infecciosos que circulan en la misma época que los virus de influenza causan síntomas similares y las personas los llaman a todos “influenza”. Estos otros agentes no son prevenibles por la vacuna contra influenza.

Mito 2: Es mejor enfermarse que vacunarse Realidad: La influenza puede ser una enfermedad grave, especialmente entre embarazadas, niños, adultos mayores y personas que padecen afecciones crónicas como asma, enfermedades cardíacas o diabetes.

Cualquier tipo de infección por influenza puede implicar el riesgo de sufrir complicaciones graves, como la hospitalización o la muerte, incluso en niños y adultos sanos.

Para obtener protección inmunológica, vacunarse es una opción más segura que correr el riesgo de enfermarse. Y es una conducta que debe repetirse todos los años, porque los virus cambian.

Mito 3: Si uno se vacuna, no se enferma Realidad: La efectividad de la vacuna varía, y esto ocurre al menos por dos factores: primero, las características de la persona a la que se le administrará la vacuna (su edad, su estado de salud); segundo: la similitud entre los virus incluidos en la vacuna y los que se efectivamente circulan en la comunidad cada temporada.

La vacuna puede reducir el riesgo de padecer la enfermedad en un promedio de aproximadamente un 60% en la población en general durante las temporadas en que la mayoría de los virus en circulación son similares a los virus incluidos en la vacuna.

Mito 4: La influenza no tiene tratamiento Realidad: Hay tratamiento específico con antivirales, pero esto es reservado para casos graves o personas con alto riesgo para complicaciones.

La mayoría de las personas sanas que contraen influenza no necesitan ser tratadas con antivirales. En cambio, en aquellos que ya tienen una enfermedad previa de alto riesgo el tratamiento antiviral puede marcar la diferencia entre una enfermedad más leve o un cuadro más grave que podría demandar hospitalización, como por ejemplo neumonía.

La mayoría de las personas previamente sanas cuando contraen influenza deben guardar reposo, controlar la fiebre y los dolores con medicamentos de venta libre y tomar mucho líquido.

Los antivirales no son de venta libre; debe indicarlos el médico. Para ser efectivos, los antivirales deben indicarse en la etapa más temprana de influenza, especialmente entre quienes por su edad o problemas previos de salud estén en mayor riesgo de desarrollar complicaciones por influenza.

Mito 5: Los antibióticos curan la influenza Realidad: Los antibióticos se prescriben para combatir las infecciones bacterianas. Tanto influenza, como el resfrío, la mayoría de los dolores de garganta, la bronquitis aguda y muchos tipos de sinusitis e infecciones de oído son producidos por virus.

Con antibióticos no se curará la infección producida por virus, ni se evita el contagio a otras personas.

En cambio, pueden aparecer reacciones dañinas (por ejemplo, irritación gástrica) y contribuir a un problema de salud pública muy grave: la resistencia a los antibióticos.

Las bacterias se hacen cada vez más fuertes y no hay con qué combatirlas.

Mito 6: La influenza no es más que un resfrío fuerte Realidad: Hay que diferenciar influenza de infecciones causadas por otros virus respiratorios, como aquellos que producen el resfriado común.

Las infecciones por influenza son más severas, comienzan súbitamente y producen síntomas como fiebre, dolores musculares y articulares, escalofríos, dolor de cabeza, tos y dolor de garganta. Los síntomas obligan a permanecer en cama de dos a tres días.

Además, pueden complicarse y causar neumonía, bronquitis, otitis media, meningitis o encefalitis. En ciertos grupos (bebés y niños de hasta 8 años, embarazadas, personas mayores de 60 años de edad, personas con enfermedades previas como diabetes, cardiovasculares, respiratorias, etc.) el riesgo de complicaciones es mucho mayor, por eso se recomienda su vacunación.

El resfrío, en general, es una enfermedad leve con fiebre baja y pocos síntomas sistémicos.

Mito 7: La vitamina C previene la influenza Realidad: Muchos creen que consumiendo una cantidad diaria de vitamina C en frutas o bajo alguna forma farmacéutica estarán libres de la enfermedad, pero esto no está probado científicamente. Puede ser que una dieta sana, rica en vitaminas y minerales, ayude a estar más saludable, pero no garantiza esos resultados.

En 2007, los autores de 30 trabajos científico que incluyeron 11mil pacientes concluyeron que la ingesta regular de vitamina C no tiene efecto sobre la incidencia de la enfermedad, pero que podría reducir, aunque mínimamente, su duración.

Mito 8: Si se tuvo influenza al inicio del otoño, se está inmunizado Realidad. En especial, si se pertenece a alguno de los grupos de riesgo para quienes está recomendada la vacunación anual.

Como influenza es causada por diferentes virus y cepas de esos virus, es posible volver a contagiarse, así que la indicación es recurrir a la vacuna nuevamente aunque se haya sufrido influenza al inicio de la temporada fría del año.

El momento ideal para aplicársela es durante el comienzo del otoño, pero también puede aportar inmunidad aunque se dé en pleno invierno. En algunos años, el virus circula inclusive durante la primavera. Dado que la generación de anticuerpos demanda alrededor de dos semanas, lo mejor es que las personas en riesgo ya estén vacunadas cuando comienza la temporada de alta diseminación del virus en la comunidad.

Mito 9: Salir sin abrigo o tomar frío produce influenza Realidad. La única manera de contagiarse de influenza es haber estado expuesto al virus que la produce.

Es cierto que influenza estacional coincide con la temporada más fría del año, entonces las personas asocian las bajas temperaturas y el mal tiempo con influenza, pero en realidad no están vinculados.

En cambio, permanecer en ambientes cerrados y sin buena ventilación sí favorece la circulación de virus y otros agentes infecciosos. Tomar líquidos fríos puede ocasionar vasoconstricción de los capilares nasales, afectar los mecanismos de defensa y ayudar a una más rápida replicación del virus que la persona ya tenía en la nariz y producir los síntomas de la enfermedad, pero no causarla.

Mito 10: Las persona sanas no tienen que vacunarse Realidad: La vacuna contra influenza es recomendada para todas las personas mayores de 6 meses de edad que no tienen alguna contraindicación para ser vacunadas.

Es verdad que la vacunación de rutina es prioritaria para embarazadas, personas con enfermedades crónicas y grupos de riesgo, pero cualquiera, aun alguien sano, puede beneficiarse de la inmunización.

Las guías actuales recomiendan que bebés, niños y jóvenes de 6 meses de edad hasta los 18 años, mujeres embarazadas o puérperas y las personas mayores de 50 años deberían recibir la vacuna cada año.

La vacunación contra influenza se recomienda a personas sanas que puedan diseminar el virus, por este motivo los trabajadores de salud o las cuidadoras y maestras deberían recibir la vacuna todos los años.

Además, se estima que entre 20 y 30% de las personas pueden estar infectadas con el virus de influenza y diseminarlo, aunque no tengan síntomas.

Te podría interesar

Deja tu comentario

Populares