Así lo determina el último estudio llevado a cabo en la Universidad de Búfalo en Nueva York (EE.UU.) tras 30 años de estudio y más de 475.000 participantes en el que los voluntarios masculinos obtuvieron resultados mucho más altos que las féminas a través de las generaciones y sin importar la edad.
La investigación ha sido publicada en la revista Psychological Bulletin.
Los investigadores examinaron más de 355 artículos de revistas científicas, tesis, manuscritos y manuales técnicos y estudiaron las diferencias de género en los tres aspectos básicos del narcisismo: liderazgo (autoridad), exhibicionismo (vanidad, egoísmo) y sentirse con derecho a ciertas cosas por encima de los demás.
En todas ellas los hombres destacaban significativamente más aunque la mayor diferencia se encontró en el último pilar del narcisismo: los hombres son más propensos que las mujeres a explotar a los demás y a sentirse con derecho a ciertos privilegios.
"El narcisismo se asocia con diversas disfunciones interpersonales, incluyendo la incapacidad de mantener relaciones saludables a largo plazo, el comportamiento poco ético y la agresión. Al mismo tiempo, el narcisismo demuestra que aumenta la autoestima, la estabilidad emocional y la tendencia a emerger como un líder”, explica Emily Grijalva, coautora del estudio.
La investigación demostró que las diferencias de personalidad, como ser narcisista, pueden surgir de los estereotipos y las expectativas que se han arraigado con el tiempo.
Así, la persistente falta de mujeres en puestos de liderazgo de alto nivel puede provenir en parte de la disparidad entre los estereotipos de la feminidad y del liderazgo.
Las personas tienden a observar y aprender los roles de género desde una edad temprana. En particular, las mujeres suelen recibir duras críticas por ser agresivas o autoritarias, lo que crea una presión extra para las mujeres, más que para los hombres, de cara a reprimir manifestaciones de comportamiento narcisista”, aclara Grijalva.