La química en una pareja se pierde con el tiempo; conoce los motivos

En el libro "100 preguntas sobre sexo", los sexólogos clínicos Berta Fornés y Manuel Fernández a qué factores se debe la química que mantiene en alza la vida íntima de las parejas. Los autores lo describen como un "cóctel afectivosexual" compuesto por tres elementos: psicológicos, emocionales y fisiológicos.

La actividad química que tiene lugar en el cuerpo aviva la llama de las emociones en un proceso que arranca por la comunicación neuronal a través de neurotransmisores y hormonas que se hallan en la parte más antigua del cerebro conocida como "cerebro reptiliano", señalan los expertos, quienes explican qué papel cumple cada sustancia en este proceso.

Cuando se conoce a alguien que atrae se produce la activación de neuronas con un elevado contenido de dopamina "vinculada a la gratificación, placer y la búsqueda de novedad".

Los sexólogos explican que si la relación ha sido placentera, la acción de la dopamina sumada a la de las endorfinas y la oxitocina, provocarán una sensación de plenitud. Pero la actividad de esta hormona no termina aquí, ya que su abundancia facilitará una sexualidad activa en sucesivas relaciones con la misma pareja.

Desde la niñez hasta la edad adulta lo nuevo resulta atractivo para el ser humano. "La novedad que supone otra persona en nuestra vida es un ingrediente básico de la química sexual", sostienen los autores del libro.

Gradualmente, la rutina y el hábito quitan poder a la novedad. Las cualidades que en un primer momento fueron altamente valoradas pasan a percibirse como normales y los defectos que eran vistos como insignificantes cobran mayor importancia llegando incluso a verse como molestos.

Los expertos explican que la vivencia emocional durante el apogeo de la química sexual es totalmente variable y depende del tipo de personalidad que se tenga.

En el libro se alude a la química sexual como a un "invento de la naturaleza para que hombres y mujeres se relacionen íntimamente".

La razón de que esta comience a descender tras un periodo entre dos y tres años puede ser una "gestión de recursos eficiente" de la actividad natural, señalan los sexólogos.

“A nivel filogenético, probablemente dos o tres años es el tiempo necesario para atraerse, procrear, y cuidar de los hijos favoreciendo su supervivencia y por ende, la de la especie", apuntan.

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