Después de comer sucede que muchos sentimos sueño porque una variación de la glucosa en la sangre limita significativamente la actividad de la neurona encargada de las orexinas, las cuales hacen que hace que se desactive el estado de alerta y tengamos adormecimiento.
Esa cabezadita después de comer es un llamado que hace el cuerpo y al que es muy complicado negarse. Por el contrario, si le hacemos caso a ese impulso y descansamos entre 10 y 20 minutos (no más), “el cuerpo se repone en un 92.5% en productividad, creatividad y capacidad para resolver problemas”, cita el director de la Clínica del Sueño del Instituto Universitario de USP Dexeus de Barcelona, Eduardo Estivill, en su libro “Que no te quiten el sueño”.
Toma un descanso
El secreto de una siesta, dice Estivill, es que sea breve, ya que un proceso de más de 20 minutos puede incidir negativamente en el descanso nocturno, e incluso hacer que nos despertemos con una sensación de malestar y embotamiento que dificultará las actividades post siesta.
Así, una siesta de 20 minutos produce más beneficios que cualquier medicamento, se lee en el libro del experto: relaja los músculos y la mente; serena el estado de ánimo y aumenta el rendimiento físico e intelectual.
Los beneficios de la siesta son de gran impacto en países como España, pero en México aún se ve como un hábito de gente perezosa.
Y aunque es complicado tomar la siesta cuando se trabaja en una oficina, la recomendación es dedicar 15 minutos de esa hora para comer solo para dormir una siesta.