Los probióticos se han puesto muy de moda en los últimos tiempos, porque las grandes marcas han apostado por ellos ante una cada vez más arraigada tradición de comer sano. Pero hoy intentamos desmontar la falta de información que existe sobre ellos.
No están regulados
Los alimentos probióticos, aunque tienen beneficios para nuestra salud de los que se jactan en las confecciones y etiquetas, no están regulados por ley. Eso hace que, en muchos casos, se cuelen bajo esa denominación cosas que no lo son.
Los efectos no duran demasiado en el tiempo
El efecto placebo, la esperanza de conseguir una mejoría física, y sobre todo el hecho de que la carga probiótica que contienen no siempre es tan alta como para causar efectos positivos, hace que esa mejora la notemos, si lo hacemos, solo durante unos pocos días.
No son seguros para todo el mundo
Aunque se vendan de forma libre y casi como un producto milagroso, no siempre son positivos para todo el mundo. De hecho, si tienes alguna enfermedad crónica o ciertos problemas del sistema digestivo, deberías consultar a tu médico antes de tomarlos.
No todos los probióticos se fabrican del mismo modo
Nos parece que todos los probióticos contienen bacterias que nos ayudan a mejorar muchas cosas en nuestro cuerpo, y que por lo tanto, todos deberían tener procesos de fabricación similares. Sin embargo, esta no es la realidad, y la forma de fabricación influye en gran medida en los efectos que tengan sobre nuestra salud.
Los probióticos también caducan
De hecho, no solamente también caducan, sino que por el hecho de contener elementos vivos, debemos tener más cuidado que nunca con esa fecha de caducidad, tras la cual pueden ser realmente perjudiciales.
Los probióticos pueden ser muy positivos a la hora de convertirse en aliados a corto plazo, y también por el efecto placebo que producen, así como por la mucha publicidad que se invierte en ellos. Sin embargo, no siempre es posible darnos cuenta de este detalle, y en ocasiones pagamos más por algo que no nos va a ayudar.
