Un almuerzo empacado en casa no necesariamente sea más saludable que la comida ofrecida en la cafetería de la escuela, sugiere un estudio reciente.
La nueva investigación halló que apenas el 27 por ciento de los almuerzos de los niños de tercer y cuarto cursos que traían de casa cumplían con tres de los cinco estándares del Programa Nacional de Almuerzo Escolar (NSLP, por su sigla en inglés).
"Nuestros hallazgos son similares a los resultados de otros estudios sobre los almuerzos empacados de los niños de todo el mundo, que han hallado que los alimentos y bebidas empacados ricos en calorías son más comunes que las frutas, las verduras y los lácteos", señaló Kristie Hubbard, asociada de investigación de la Facultad de Ciencias y Políticas de la Nutrición de la Universidad de Tufts, en Boston.
Una cuarta parte de los almuerzos no tenían un plato principal como un sándwich o sobras, y la mayoría carecía de yogurt, queso, mantequilla de cacahuate u otra forma de proteína en lugar de un plato principal. Apenas un tercio de los almuerzos empacados incluían fruta, y el 11 por ciento incluían verduras, pero una cuarta parte incluían bebidas endulzadas con azúcar.
En el 42 por ciento de los almuerzos con refrigerios, los alimentos empacados más comunes fueron las papitas, las galletas y los dulces, apuntó Hubbard.
El refrigerio típico para la merienda era una bebida endulzada con azúcar y una comida de refrigerio o postre. Apenas el 30 por ciento de los refrigerios eran frutas, y solo el 10 por ciento incluían lácteos.
"Quizá las personas no deberían estar tan predispuestas a juzgar los almuerzos escolares, porque esto es peor", aseguró Lona Sandon, dietista registrada y profesora asistente de nutrición clínica del Centro Médico de la Universidad de Texas Southwestern, en Dallas. "Lo que los estudiantes traen de casa no es mejor que lo que ofrecen las escuelas".
Unos cuatro de cada diez niños traen el almuerzo a la escuela en lugar de comprar comidas en la cafetería, según el estudio.
Para la investigación actual, se tomaron fotografías y se catalogaron los almuerzos y/o refrigerios empacados de 600 estudiantes de tercer y cuarto curso. Los padres dieron su consentimiento para su estudio, pero no se les notificó por adelantado el día exacto en que los investigadores observarían el almuerzo de sus hijos.
El día en cuestión, casi la mitad de los estudiantes llevaron el almuerzo de casa. Casi todos también llevaron un refrigerio. Los demás 325 estudiantes solo llevaron un refrigerio y planeaban comprar un almuerzo escolar.
Apenas uno de cada cuatro almuerzos cumplía con una mayoría de los estándares para el almuerzo escolar fijado para las comidas de cafetería. Esos estándares exigen media taza de fruta (sin incluir jugo), 3/4 de taza de verduras, 1 onza (28 gramos) de granos, 1 onza (28 gramos) de carne/proteína y 1 taza de leche.
El 59 por ciento de los niños llevaron un sándwich, la comida escolar más comúnmente empacada, según el estudio. El agua fue la bebida elegida en el 28 por ciento de los almuerzos, según el estudio.
El nivel educativo de los padres no pareció plantear una diferencia respecto a qué comida se empacaba. Más del 80 por ciento de las madres de los estudiantes contaban con una educación de nivel universitario o más, anotó Sandon.
"Con frecuencia creemos que si las madres tienen un nivel educativo más alto eso se traduciría en unas mejores prácticas de nutrición, pero no necesariamente es así", señaló Sandon. "Es importante que esta información salga a la luz para ayudar a los padres a estar conscientes de que quizá no estén eligiendo las mejores opciones para sus hijos".
Los padres también se enfrentan a dificultades para empacar unos almuerzos saludables para sus hijos, afirmó. Quizá los padres tengan poco tiempo y tengan que elegir alimentos que no necesiten refrigeración ni ser recalentados, lo que tal vez explica la alta proporción de alimentos preempacados.
"Cuando deciden qué incluir, piensan sobre todo en la comodidad de la preparación y la comodidad de los artículos no perecederos", aseguró Sandon.
Pero hay formas de intercambiar los alimentos ricos en calorías y menos nutritivos por una opción más saludable.
"Las Directrices Dietéticas para los Estadounidenses recomiendan un equilibrio de frutas, verduras, granos integrales y lácteos bajos en grasa como los principales componentes de unas comidas saludables", apuntó Hubbard. "Hacer cambios pequeños con el tiempo, como cambiar al pan integral, añadir lechuga a un sándwich o reemplazar las galletas por una fruta favorita, pueden hacer que la nutrición sea mucho mejor".
Sandon añadió que las frutas y verduras fáciles de comer, como las manzanas, las uvas, los plátanos y los palitos de zanahoria, se conservan bien, así como las tazas de fruta preempacada sin azúcar y las barritas de queso bajo en grasa.
El estudio fue limitado porque los datos provinieron sobre todo de participantes blancos con unos ingresos más altos. Además, los investigadores no saben quién empacó los almuerzos (los padres, los estudiantes u otras personas) ni qué comían los niños en realidad en el almuerzo.
La investigación, financiada por el Centro de Investigación sobre Nutrición y Obesidad de Boston y los Institutos Nacionales de la Salud, aparece en una edición reciente en línea de la revista Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics.
LC