Es frustrante, y a muchos les pasa. Hacen "lo correcto", comen lo que creen que es sano, beben agua, hacen ejercicio, pero en balanza nada se mueve. Empiezan a volar en tu cabeza ideas de enfermedades, de tiroides que funcionan mal, de un metabolismo que se fue de fiesta y no regresó más nunca. Mejor comprarse una talla más de pantalones y sentarse en el sofá. ¿Cierto?
Bueno, no. Siéntate, pero cuando te toque descansar. Ahora lee este artículo y fíjate en esos "pequeños detalles" que pueden ser los que arruinan tus planes de estar en tu talla correcta.
No tomas agua: Muchas personas piensan que sí toman agua. Se toman uno o dos vasos al día y como no llevan un registro, no se dan cuenta que no es suficiente. Y peor, hay otro grupo de personas a las que simplemente no les gusta tomar agua. Pero este líquido de verdad puede hacer maravillas por tu cuerpo. Además de mantenerte hidratado, el agua te ayuda a controlar tus porciones, y ayuda a que los riñones funcionen de manera efectiva, lo que a su vez hace que el hígado funcione bien.
Piensas que caminar un poco es suficiente: Si crees que esa caminata con tu perro o la media hora tres veces a la semana te van a salvar de los kilos de más, estás por el camino errado. Según varios estudios, debes moverte al menos 30 minutos 5 veces a la semana o acumular 150 minutos a lo largo de la misma de actividad aeróbica y algo de trabajo de resistencia. Si no tienes tiempo para comprometerte por media hora seguida, puedes dividir tus ejercicios en ciclos de 10 minutos hasta llegar a tu meta.
Comes demasiada comida sana: Muchos tienen la idea de que sano es igual a libre. Y no es así. Toda la comida tiene calorías y la comida "saludable" también tiene. La grasa, así sea saludable, son 9 calorías por gramo, por dar un ejemplo. Todas las recetas fitness que ahora están tan de moda, sirven para sustituir comidas no tan sanas de la dieta, pero en ningún caso quiere decir que estén exentas de calorías.
Tu pareja no anda en el mismo camino: No es que necesites a alguien que coma exactamente lo que tú comes para poder perder peso (has logrado otras cosas tú solo, ¿cierto?), pero sin duda que si la persona que tienes al lado tiene los mismos objetivos, es más fácil seguir un plan. Y cuando tu pareja está comiendo cosas que no son de tu plan de alimentación, es más fácil que comas cosas que no te corresponden, o porque caes en la tentación o porque empiezas a comer "un pedacito". En estos casos, como en cualquiera que tenga que ver con la pareja, la comunicación es lo más importante. Habla con tu pareja y comenta tus objetivos; recuérdale que comer sano no es sólo una cuestión de pérdida de peso, sino para estar más sanos.
Dejas por fuera grupos alimenticios: Hay dietas de moda que quitan todo un grupo alimenticio, y exageran en otros. Las mujeres somos bastante propensas a eso de quitar completamente los carbohidratos, cosa que si bien puede darte un "resultado" en un principio, al ratito te dejará triste, sin energías y con los músculos flácidos. Igual quitarse todas las grasas u obviar todos las proteínas. Los extremos no son sostenibles y normalmente le dan vueltas a tu metabolismo haciéndolo más lento.
Estas "más o menos" a dieta: Comer sano puede ser algo intuitivo, pero cuando quieres perder peso, la verdad es que tienes que seguir un plan y no dejar las cosas a la suerte. Tener un plan te va a ayudar a alcanzar tus metas, a comer lo que justamente necesitas y no lo que crees que necesitas, y además, deja espacio para hacer ajustes cuando las cosas empiezan a andar un poco más lentas.
Fuente: Huffingtonpost