Una persona que quiere dejar de ser obsesiva, por ejemplo, se dará cuenta de que puede dejar de actuar como lo hacía. De que no está condenados de por vida. De que una forma de ser disfuncional no es una cadena perpetua.
Dicen los sicólogos que la personalidad es nuestra forma de ser y de relacionarnos con los demás y con nosotros mismos. Sin embargo, en muchas ocasiones, desearíamos cambiar o superar ciertos aspectos que nos vuelven demasiado obsesivas y que, acarrean problemas.
Para José Miguel Ribé, siquiatra y psicoterapeuta español, más que cambiar la personalidad, se pueden cambiar algunos rasgos que no son adaptativos y que se han convertido en rígidos.
Todas las personas tenemos rasgos de todo tipo, ya sean positivos o negativos. Podemos ser obsesivos, seguros, ansiosos, valientesâ?¦ El problema es cuando una persona en casi todas las situaciones es obsesiva, por ejemplo. Porque ese rasgo puede ser práctico en su trabajo pero seguramente no en su relación de parejaâ?.
¿Cómo se puede cambiar?
Algunos dirán que quizá sea más fácil cambiar con treinta años que con sesenta. Como apunta Jesús de la Gándara, jefe del servicio de siquiatría del Complejo Asistencial Universitario de Burgos, España, siempre es posible ya que el cerebro es el órgano más flexible que hay.
Sin embargo, cambiar no implica únicamente dejar de ser obsesivo, ansioso, o dependiente. No consiste, como opina Anabel López, psicoanalista del Espacio sicoanalítico de Barcelona, sólo en reprimir ese rasgo que nos pone la zancadilla en la vida.
Uno tiene que pensar también en qué quiere ser, en cómo quiero construirmeâ?, explica.
Cambiar para ser mejores
El camino del cambio se puede emprender sin ayuda profesional. El médico de la Gándara aconseja que cada mañana, dediques tres minutos a lavarte los dientes y diez minutos a tu mente. Intenta saber qué te pasa. Lleva un diario para ver en qué situaciones reaccionas de determinada manera.
Sin embargo, no todo el mundo tiene la paciencia para hacerlo. Es normal que muchas personas se sientan superadas. Una opción, entonces, es buscar ayuda profesional, con un terapeuta es más sencillo salir de los bucles mentales en los que a veces nos perdemos, añade Anabel López.
La terapia produce movimientos emocionales intensos
No obstante, opinan los expertos, cambiar, aunque sea con la ayuda de un terapeuta, no es un camino fácil. El primer escollo está en que muchas personas no saben qué deben hacerlo. Se sienten mal, saben que algo no funciona, pero no consiguen saber dónde está el problema.
Como explica López, el paciente ideal sería el que llega a la consulta una vez asumido que quiere cambiar aquella pieza de su personalidad que rechina.
Pero no es frecuente. Más bien vienen porque sienten angustia, porque están mal. Empiezan a hablar de su pareja, de su familia, de sus problemas. Y poco a poco se dan cuenta de que algo pasa con ellosâ?, acota.
Cuando un individuo ha sentido en terapia que existen formas de funcionar mucho más saludables, toca pasar a la acción. Aunque sea poco a poco.
Una persona que quiere dejar de ser obsesiva, por ejemplo, se dará cuenta de que puede dejar de actuar como lo hacía. De que no está condenados de por vida. De que una forma de ser disfuncional no es una cadena perpetua.
Sentirá que la forma de ser que quiere dejar atrás lucha por imponerse. Sentirá ese impulso pero lo controlará. Y el cambio culminará cuando ya ni aparezca el impulso. Cuando ya has interiorizado otra manera de actuar y ésta es parte de tu forma de ser en sustitución de la anterior, apunta José Miguel Ribé.
Cuando uno quiere cambiar tendencias profundas de la personalidad, como dejar de ser obsesiva, debe tener paciencia, ¿no te parece?
Fuente: Salud 180