Investigadores de la Universidad de California en Santa Bárbara y de la Universidad de Griffith en Australia identificaron "las ventajas funcionales que provocaron la evolución de la apariencia específica de la cara de ira", explicó el centro de estudios estadounidense en su sitio web.
Todos la hemos hecho. Todos la hemos visto. Es la "cara de ira", de enojo, furia, rabia, o como quiera llamarle. Y ahora los científicos aseguran que más que una reacción cultural parece ser parte de nuestra biología básica como seres humanos.
"La expresión está en todas las culturas, e incluso los niños con ceguera congénita hacen la misma cara sin siquiera haber visto una", explica el autor principal del estudio Aaron Sell, profesor de la Escuela de Criminología de la Universidad de Griffith y exinvestigador del Centro de Psicología Evolutiva de la UCSB.
Y la cara de ira es más que una muestra de enojo, sino que ha evolucionado para realzar las señales de fuerza del ser humano.
Demostración de fuerza
Los animales típicamente utilizan su morfología durante un conflicto para incrementar la evaluación de la capacidad de lucha de los rivales.
Y ahora, aseguran los científicos del estudio, publicado en la revista científica Evolution and Human Behaviour, "recientes investigaciones han demostrado que los seres humanos evalúan la capacidad de lucha de los demás al monitorear señales de fuerza, y que la cara contiene dichas señales".
Los investigadores sugieren que los movimientos musculares que conforman la expresión facial de ira fueron "seleccionados porque incrementan las evaluaciones de los demás de la fortaleza del individuo enojado", algo que, aseguran, "incrementa el poder de negociación" entre dos personas.
Este análisis va en contra de la teoría tradicional de que la cara de enojo es un conjunto arbitrario de características que evolucionaron para señalar una intención agresiva.
Para comparar ambas teorías, los investigadores manipularon uno por uno, y en ausencia de los otros, los músculos clave que constituyen la cara de ira.
El rasgo más común es fruncir el ceño, y también incluyen la apertura de las fosas nasales, los pómulos levantados, labios apretados y hacia fuera, la boca elevada, y la barbilla empujada hacia arriba y afuera.
Poder de negociación
Los investigadores consideraron que, teniendo en cuenta que la cara de ira incrementa el poder de negociación, el ser humano necesitaba comunicar su estado para evitar un conflicto y, por ello, aseguran, es que se necesita expresarlo facialmente.
"La cara de ira no sólo señala el inicio de un conflicto. Cualquier distinción facial podría indicarlo. Nuestra hipótesis es que la cara de enojo evolucionó de forma específica porque cumple algo más para quien la expresa", explica Sell.
"Cada elemento –añade– está diseñado para ayudar a intimidar a los demás, haciendo que el individuo enojado parezca más capaz de realizar un daño si no es apaciguado".
Una de las hipótesis de la que partieron los investigadores es que la cara de ira hace que una persona se vea más fuerte.
Utilizando caras generadas por computadora, demostraron que cada componente individual que conforma la cara de ira hacía que esas personas generadas por ordenador parecieran más fuertes.
Una de las características más comunes es el ceño fruncido. Los investigadores retocaron una imagen para colocarle las cejas bajas o levantadas.
"Con sólo esta diferencia, ningún rostro parecía 'enojado'. Pero cuando estas dos caras eran mostradas a los sujetos, decían que la cara con las cejas bajas parecían pertenecer a un hombre físicamente más fuerte", señala Sell.
El experimento, explica la UCSB, fue repetido con los otros rasgos de la cara de ira.
"Nuestra investigación previa mostró que los seres humanos son excepcionalmente buenos en evaluar la capacidad de lucha con sólo mirar a la cara de alguien", explica el autor principal del estudio.
"Dado que las personas que son juzgadas más fuertes tienden a salirse con la suya con más frecuencia, en igualdad de circunstancias, los investigadores concluyeron que la explicación de la evolución de la forma de la cara de rabia humana es sorprendentemente simple: se trata de una exhibición de una amenaza", añade.
John Toody, uno de los coautores del estudio, profesor de antropología en UCSB y codirector del Centro de Psicología Evolutiva de la universidad, explica que esto ayuda a entender por qué la evolución hizo que la cara se desarrollara de esa forma en los momentos de enojo para que aparezca al mismo tiempo que el inicio de la ira.
"La ira –agrega– se desencadena por el rechazo a aceptar la situación, y la cara inmediatamente se organiza para anunciarle a la otra parte los costos de no hacer la situación más aceptable".
Y lo que es "más gratificante de estos resultados", concluye, es que "ningún rasgo de la cara de ira parece ser arbitrario; todos entregan el mismo mensaje".