Hace unas semanas celebramos el congreso de la sociedad que agrupa a gran parte de los neurocientistas del país. En la oportunidad, en el hotel Paradisus de Bávaro, revisamos los últimos avances de nuestras especialidades, tanto neurólogos como neurocirujanos.
En el desayuno de ese sábado me tocó compartir la mesa con el Dr. Francisco Micheli, neurólogo argentino, quien dirige la Clínica de Parkinson más importante de Buenos Aires. En la oportunidad, y en razón de estar hospedados en el “Reserva” de dicho hotel, recibimos atenciones principescas, muy refinadas.
En la oportunidad degusté en ese desayuno varias lascas de salmón rosado, con pequeñas porciones de caviar rojo, junto con el exquisito caviar negro, que es mi preferido, el primoroso beluga esturión, más alcaparritas, cebollino, mostaza Dijón y unas tostadas.
Acompañado ese selecto manjar, con una exquisita mimosa, preparada con una champagne verdaderamente burbujeante, degustada en la obligada espigada copa de flauta. Pero solo los enamorados en su embrujo, pueden “oír” el revolotear de las burbujas del champagne, esa gratificante maraña exultante con innúmeras campañillas refulgentes, de un indescriptible color ambarino trigal.
Defiendo que la vida tiene muchos encantos gratos, pero son individuales, por lo que corresponde a cada quien encontrarlos. Hoy quiero compartir con mis amables lectores, ese intercambio de modernidad.
La enfermedad de Parkinson, también conocida como síndrome de Parkinson, es una de las enfermedades más frecuentes del cerebro. El índice anual de nuevos enfermos asciende a 20 por cada 100,000 personas. La edad de enfermarse oscila entre los 20 y 80 años, con un punto máximo entre los 55 y 60 años.
Tanto hombres como mujeres se afectan por igual. Tiene tres síntomas cardinales: la disminución y empobrecimiento de los movimientos, la rigidez, que se manifiesta por una inflexibilidad muscular y el temblor rítmico, que es mayor en reposo, “cuanta monedas” y que aumenta con las situaciones que generan estrés. Además, la disminución de los reflejos posturales, se produce una anteroflexión.
Pero hay síntomas que antes del temblor y la rigidez, para nosotros los neurólogos son de vital importancia: la hiposmia o anosmia, les disminuye el olfato ante los alimentos, se les trastorna el sueño, disminuye la gracilidad al caminar, les baja la presión, dolores musculares inespecíficos que no encajan en una condición reumatológica, alteraciones del sueño, estreñimientos frecuentes, cambios en la escritura (la firma les cambia).
En adición a ello también presentan seborreas (tienen una caspa persistente) alteraciones del ánimo y del pensar, inapetencia sexual, salivación, etc. Es decir, que son muchos los elementos a considerar en su diagnóstico, que es puramente clínico. Luego puede aparecer la camptocormia, la extremada flexión del cuerpo hacia delante o el síndrome de Pisa, la lateralización corporal hacia un lado.
La modernidad apunta hacia nuevos biomarcadores que nos permitirán hacer diagnósticos mucho antes de las manifestaciones clínicas. Nuevos medicamentos nos ayudarán, algunos en avanzada investigación como el Tozadenat (Syn115) de laboratorios UCB, Mallen Guerra.
El poder modificar los aspectos genéticos, como sería corregir la mutación LRRK-2 y su relación con los dañinos cuerpos de Lewis en el cerebro, productores de demencias. La cirugía, los nuevos medicamentos, las células madres, los electrodos cerebrales estimulantes y la bomba de prolopa, son el futuro en esta enfermedad degenerativa.
Les informo a todos los interesados en el tema, que en el país hay una fundación de ayuda a los pacientes con Parkinson, es la FUNDECONEDEP. Tendremos el próximo 6 de septiembre en el hotel Barceló Santo Domingo (Lina), una jornada sobre el diagnóstico y el manejo de los pacientes con esta enfermedad. Los invitamos a reservar. Esta muy activa institución está dirigida por la laboriosa neuróloga, doctora Marcia Castillo, marcies76@hotmail.com, ¡Acompáñenos!