Algunas cosas se saben sobre las mentiras. Una de ellas es su carácter omnipresente: todos emitiríamos al menos una al día, especialmente de tarde -cuando el cansancio hace que bajen los niveles de autocontrol y se desarrollen comportamientos menos éticos con mayor facilidad-. También se estableció que una de las más pronunciadas por ambos sexos es “No pasa nada, estoy bien”.
Para seguir comprendiendo cómo éstas funcionan, recientemente un equipo de científicos de Finlandia, México y el Reino Unido realizó un estudio con el objetivo de analizar cómo afectan a la organización social.
Dentro de la tipología de las mentiras se han definido cuatro clases: la prosocial, que incluye faltar a la verdad para proteger a alguien; la de auto-realce, en la que se miente para ensalzarse; la egoísta, que se realiza con el fin de protegerse a expensas de otro; y la antisocial, poseedora de un claro propósito de hacerle daño a un tercero.
Para emprender esta investigación se tuvieron en cuenta dos de dichos tipos: la antisocial (un ejemplo de ellas es cuando se miente sobre un delito cometido) y la prosocial, que suele recibir el nombre de ‘blanca’ o ‘piadosa’ (como puede ser el decirle a alguien que su nuevo corte de pelo le queda muy bien aunque no lo pensemos, porque preferimos no correr el riego de herirlo).
Para medir su aparición y funcionamiento, se emplearon métodos computacionales con un modelo matemático que reflejó el desarrollo de los grupos humanos y sus cambios a lo largo del tiempo. La clave variable manipulada en el mismo fue, precisamente, la aparición de la mentira. Los resultados, que fueron publicados en la revista Proceedings de la Royal Society B, podrían hacernos repensar la valoración que tenemos sobre la honestidad a ultranza. Sucede que los engaños serían factores determinantes en el fortalecimiento o desintegración de los grupos sociales.
Dichos efectos responden al tipo de mentira esgrimida: cuando las personas incluidas en el modelo respondían únicamente a la búsqueda del beneficio propio y para ello torcían la veracidad de los hechos, se abordaba al segundo de ellos. En cambio, la presencia de las mentiras piadosas produjo un fortalecimiento de las redes sociales.
Claro que el modelo empleado simplifica en grandes medidas el mecanismo que se acciona dentro de una sociedad, pero no obstante nos hace pensar en la forma en la que las mentiras blancas se usan para mantener las relaciones en paz y no confrontar con los demás cuando no es necesario.
¿Tú qué opinas, tienen las mentiras piadosas su lado positivo o toda falta a la verdad debe ser evitada?