Contrario a la moda que aconseja beber ocho vasos de agua al día, la ciencia nos advierte que no es verdad: demasiada agua nos deja sin minerales y puede causar hiponatremia, que es potencialmente fatal. vintage_water
La mayoría de las personas cree que el líquido H2O es sinónimo de salud física. Constituyendo el 66 por ciento del cuerpo humano, el agua corre por la sangre, habita las células y se almacena en los espacios de en medio. El agua escapa de nuestro cuerpo todo el tiempo a través de la orina, el sudor, le defecación y el aliento exhalado.
Reemplazar estas pérdidas es imprescindible, pero la rehidratación puede ser sobrepasada. Exista tal cosa como la sobredosis de agua, y ha habido cientos de casos que lo demuestran.
La hiponatremia se traduce como “insuficiente sal en la sangre”. Cuantitativamente hablando, significa tener una concentración de sodio en la sangre menos a 135 milimoles por litro, o aproximadamente 0.4 onzas por galón.
La concentración normal es alrededor de 135 y 145 milimoles por litro. Casos severos de hiponatremia pueden llevar a la intoxicación de agua y enfermedades cuyos síntomas incluyen el dolor de cabeza, la fatiga, las náuseas, vómito, micción frecuente y desorientación mental.
¿De dónde sacó la idea la gente de que beber enormes cantidades de agua es sano? Hace algunos años, Heinz Valtin, un especialista en riñones del Dartmouth Medical School, decidió determinar si el consejo común de beber ocho vasos de ocho onzas de agua al día podía sostenerse al escrutinio científico.
Después de explorar la literatura médica al respecto, Valtin concluyó que ningún estudio científico respalda el hecho “ocho por ocho”, beber tanto o más podría “ser dañino tanto en precipitar la potencialmente peligrosa hiponatremia y la exposición a contaminantes, y también en hacer que muchas personas se sientan culpables de no beber suficiente”.
Desde que publicó sus hallazgos en American Journal of Physiology—Regulatory, Integrative and Comparative Physiology en 2002, ninguna publicación seria a probado lo contrario.
En los humanos, los riñones controlan la cantidad de agua, sales y otros solubles que dejan el cuerpo. Cuando una persona bebe demasiada agua en un corto periodo de tiempo, los riñones no pueden deshacerse de ella suficientemente rápido y la sagre se satura de agua.
El exceso de agua es entonces llevada a los lugares del cuerpo con mayor concentración de sales y minerales y ultimadamente entra a las células, que se hinchan como globos para acomodarlas.
Y mientras la mayoría de las células tienen suficiente espacio para inflarse, no es el caso de las neuronas. Las células cerebrales tienen prácticamente cero espacio para inflarse, es por ello que un edema cerebral, que puede ser causado por demasiada agua, es tan peligroso.
Sin embargo, cuando una persona se ejercita las cosas cambian, “debes balancear lo que estas bebiendo con lo que estás sudando”, aconseja Verbalis, y ello incluye las bebidas para el deporte, que también pueden causar hiponatremia.
Y aunque no es fácil medir la sudoración, una persona puede determinar cuánta agua consumir siguiendo el consejo principal de Verbalis: “bebe cuando tengas sed. Ese el mejor indicador”, después de todo así funciona la naturaleza, baste observar a los animales y los niños.