Si estás tomando medicamentos, recetados o de venta libre, presta atención. Los medicamentos podrían ser indispensables para tratar tus síntomas, mantener tu salud y hasta para salvar tu vida, pero si los usas de forma inadecuada pueden ser un arma de doble filo y hacerte daño. Toma precauciones para que no suceda.
Tomarse una pastilla, o unas cucharadas de un medicamento parece algo muy sencillo y hasta inofensivo, pero no lo es si no lo haces correctamente. Consumir un medicamento de forma inadecuada, ya sea de venta libre como recetado, puede ser dañino para el organismo, la solución está en tus manos. Basta con que sepas cuáles son los errores más comunes, y conozcas lo que debes hacer para evitarlos.
La mayoría de los errores ocurren lo mismo en la consulta del médico o en la farmacia que en tu propio hogar, y más de un millón de personas se ven afectados por ellos todos los años tan sólo en los Estados Unidos. Sus causas más comunes son:
mala comunicación entre el médico, el farmacéutico y tú; medicamentos y abreviaturas médicas cuyos nombres se parecen; así como recetas ilegibles o instrucciones confusas.
A continuación, te enumeramos los errores más frecuentes que suelen cometer las personas y sus soluciones para que las utilices como guía:
1. No averiguar con tu médico el nombre exacto del medicamento. Hay miles de medicamentos que necesitan receta médica y a veces es difícil leer el nombre. Hay muchos otros que pueden comprarse sin receta, y tanto los nombres de unos como los de otros a veces se parecen mucho, y se pueden confundir fácilmente y sucede con frecuencia.
Solución: Pídele a tu médico que pronuncie despacio o escriba en un papel para tu propio uso, con letra clara, el nombre de los medicamentos que te ha recetado. Cuando vayas a comprarlos, muéstrale el papel al farmacéutico y chequéalo tú también para asegurarte de que se trata del medicamento correcto.
2. Confundir un medicamento con otro. Por ejemplo, usar en los ojos las gotas para los oídos o viceversa.
Solución: Siempre chequea dos veces la etiqueta para asegurarte de que estás usando la medicina correcta. Si no ves bien – especialmente si necesitas el medicamento de noche- trata de que la habitación esté bien iluminada y si dudas, solicita ayuda de otra persona.
3. No informarle al médico acerca de todos los medicamentos que tomas o a los que eres alérgico(a). ¿Sabías que muchos medicamentos pueden interferir con otros y hasta ocasionar reacciones adversas? Y mientras más medicamentos o suplementos, incluyendo los suplementos de hierbas, que se tomen, el peligro aumenta mucho más.
Solución: Cuando visites al doctor, lleva una lista de los medicamentos que te hayan recetado otros médicos, con su dosis y frecuencia. Incluye en la lista el nombre de los medicamentos que te hayan dado reacción en el pasado, y no te olvides agregar los suplementos de venta libre que estés tomando por tu cuenta o por indicación de otro profesional de la salud.
4. No verificar con tu médico las dosis de los medicamentos con receta. Si tomas más de la cuenta (o menos) de las dosis requeridas, podrías complicar una enfermedad en lugar de curarla o aliviarla.
Solución: Pregúntale a tu médico cómo y cuándo debes tomar un medicamento, y si debes tomarlo o no con comida. Averigua también sus efectos secundarios, y qué debes hacer si se presentan. Escribe sus instrucciones, y compáralas con las que están en la etiqueta del medicamento cuando lo compres. Si hay discrepancias importantes, aclara tus dudas con el farmacéutico o con tu médico.
5 Partir una pastilla que no debe partirse. Tal vez acostumbres partir una pastilla para ahorrar dinero o para suavizar un poco su efecto. Pero hay pastillas que pueden dividirse y otras que no. Algunas se van disolviendo poco a poco, y partirlas hace que sus ingredientes activos salgan todos a la vez, lo que no es bueno. Y si partes las que tienen una cubierta protectora para causar menos daño, se rompen en el estómago en lugar de en los intestinos, y el organismo no las absorbe apropiadamente.
Solución: Antes de partir la pastilla, consulta con tu médico. Si es muy cara, tal vez haya una medicina genérica que dé los mismos resultados a menor costo. Y si quieres suavizar un poco su efecto, es posible que el médico pueda recetarte la misma pastilla, pero con una dosis menor.
6. Masticar las píldoras que no son para masticar. ¿Crees que tienen el mismo efecto y terminas más rápido que si las tomaras? No siempre es el caso.
Solución: Siempre sigue las instrucciones de la etiqueta o del médico. Y tampoco las cortes ni las aplastes. Masticarlas, cortarlas o aplastarlas puede modificar la forma en que tu cuerpo las absorbe.
7. Tomar una dosis mayor de un medicamento. Quizás pienses que si tomas más de un medicamento, te curarás más pronto, pero no es cierto. “Más” no siempre es “mejor”. O quizás no sepas que un medicamento recetado por tu médico contiene un ingrediente que también está presente en otro que ya tomas. Por ejemplo, si estás tomando un calmante con acetaminofén para aliviar los malestares de un resfriado, y además tu médico te receta Tylenol con codeína (que también contiene acetaminofén) para aliviar un dolor, podrías terminar tomando una dosis mucho mayor de esa sustancia (el acetaminofén en este ejemplo). Lo malo: demasiado acetaminofén puede dañar el hígado, sobre todo si lo combinas con bebidas alcohólicas.
Solución: Cuando te receten un medicamento nuevo, examina los ingredientes en la etiqueta para ver si alguno coincide con los de los medicamentos que ya estás tomando. Si es así, pregúntale a tu médico si es seguro para ti. ¿La solución ideal? Cuando vayas al médico, al igual que en el punto 3, llévale en una bolsa todos los medicamentos que tomas, con receta y sin receta, así como las vitaminas y otros suplementos. Así lo ayudas a mantener al día tu expediente, y a saber si algún medicamento nuevo podría estar contraindicado con los otros que tomas.
Para resumir: la información es tu mejor arma. Sin necesidad de abrumar al médico, asegúrate de informarte acerca de las medicinas que tomas. Si es preciso, haz una lista con tus dudas para que no se te olvide preguntarle y para ahorrar tiempo. Es importante que las aclares antes de empezar cualquier tratamiento.