La cereza es una fruta roja procedente del cerezo, una planta del género Prunus (como el albaricoque, la almendra, el melocotón, la ciruela, etc.).
Algo menos conocida que la fresa, las cerezas son frutas carnosas que tienen un hueso en el centro, una forma esférica y color rojo, normalmente oscuro.
Existen dos tipos de cerezas: las cerezas dulces, que son las que se ven frecuentemente en los comercios; y las cerezas ácidas.
Esta fruta se conserva fácilmente. Pueden permanecer frescas durante una semana en la nevera y hasta un año en el congelador. Es fácil añadir cerezas a la alimentación cotidiana: se puede beber un vaso de zumo de cerezas en el desayuno, o añadir cerezas dulces en el bol de cereales o con los copos de avena por la mañana. También se pueden añadir cerezas a las ensaladas o yogures del desayuno, o comerlas frescas en la merienda.
Las cerezas, como muchas otras frutas, contienen muchos antioxidantes que combaten los radicales libres del cuerpo y pueden ayudar a prevenir el cáncer y las enfermedades del corazón, así como ralentizar el proceso de envejecimiento.
Las cerezas ácidas contienen más vitamina C y betacaroteno que las cerezas dulces, y se recomiendan para obtener los mejores beneficios para la salud. Las cerezas ácidas también contienen mucha vitamina E.
Uno de los principales beneficios de la cereza es su capacidad demostrada para prevenir ciertos tipos de cáncer (concretamente, el cáncer de colon). Esto se explica por la gran cantidad de antioxidantes presentes en las cerezas.
Estos antioxidantes se utilizan para fabricar aminoácidos esenciales y proteger las células del cuerpo del envejecimiento y de las enfermedades generadas por el oxígeno, el nitrógeno y la radiación UV.