Si tienes estos síntomas podrías tener diabetes

Aumento de la micción y sed excesiva.

La diabetes de tipo 2 está considerada como la 'plaga del s.XXI'. Así coinciden el doctor Calle y el doctor Ricardo Gómez Huelgas, Jefe de Servicio de Medicina Interna del Hospital Regional Universitario de Málaga y Coordinador del Grupo de Diabetes y Obesidad de la Sociedad Española de Medina Interna.

Este tipo de diabetes "suele estar asociada al sedentarismo, el sobrepeso, el abuso de grasas y alimentos con exceso de calorías y, en general, los hábitos de vida poco saludables", apunta el doctor Gómez.

Los síntomas para detectar la enfermedad, afirma el doctor Calle, "son más claros y evidentes en pacientes con diabetes tipo 1, mientras que en los de tipo 2 suelen ser de difícil reconocimiento. Suele ser una enfermedad muy silenciosa y es más común detectarla a través de los análisis de sangre periódicos".

Uno de los síntomas más característicos de la diabetes es el aumento de la frecuencia de la micción. Si necesitas orinar con frecuencia, especialmente por la noche, podría ser un síntoma de diabetes. Esto sucede porque los riñones intentan deshacerse lo más rápido posible de todo ese exceso de glucosa en la sangre.

Es por esto que aparece la sed excesiva. Tu cuerpo está tratando de reponer los líquidos perdidos. Estos dos síntomas van de la mano y son algunas de las formas que tiene el cuerpo de manejar los altos niveles de azúcar en la sangre.

Pérdida de peso pese a tener arrebatos de mucho apetito.

Los niveles excesivamente altos de azúcar en la sangre también pueden causar una pérdida rápida de peso. Un adulto que pierde de 5 a 10 kilos en dos o tres meses sin ningún motivo que lo justifique debería consultar con un médico.

Si la insulina no hace llegar la glucosa a las células, donde es usada como energía, el cuerpo 'cree' que está falto de alimento. Entonces, comienza a descomponer las proteínas de los músculos como fuente alternativa de 'combustible'.

Por otro lado, los riñones también trabajan 'horas extras' para eliminar el exceso de azúcar, y esto conduce a una pérdida de calorías, además de dañar los riñones. Ambos procesos requieren una gran cantidad de energía por lo que se acaba produciendo un déficit de calorías en tu cuerpo.

Todo esto es compatible con que se produzcan ataques repentinos de hambre, otro signo típico de la diabetes, que pueden provenir de picos agudos y bajos en los niveles de azúcar en la sangre. Cuando los niveles de azúcar en la sangre caen, el cuerpo cree que no ha sido alimentado y exige más glucosa de la que las células necesitan para funcionar.

Problemas de la piel e infecciones.

Los picores en la piel, por ejemplo, por mala circulación, pueden ser una señal de la diabetes. También pueden serlo otros problemas de la piel como la acantosis nigricans, un oscurecimiento de la epidermis alrededor del cuello o la axila.

Además, la diabetes, hace más probable que se sufran variedad de infecciones. Tanto hongos como bacterias se desarrollan en ambientes ricos en azúcar. Las mujeres, en particular, deben tener cuidado con las infecciones vaginales por cándida.

Como la diabetes puede debilitar la capacidad de tu cuerpo para combatir los gérmenes, también aumenta la probabilidad de desarrollar infecciones en las encías y en los huesos que sujetan los dientes. El retraimiento de las encías, o la formación de llagas en ellas, son dos signos que pueden hacer saltar las alarmas.

Cicatrización lenta.

Tanto los problemas del paso anterior, como los siguientes, raramente se producen sin que la enfermedad ya haya sido diagnosticada de ahí la "importancia del cribado en población de riesgo a través de los análisis periódicos de sangre", como sugiere el doctor Gómez.

A partir de una glucosa de 126 mg/dl -cuando se considera ya que se ha adquirido la diabetes- y hasta 180 "el organismo ya está sufriendo daños cardiovasculares, aunque el paciente puede no estar padeciendo los síntomas, o éstos pueden ser apenas perceptibles", afirma el doctor.

Las infecciones, cortes y contusiones que no se curan rápidamente son otro signo clásico de la diabetes y que se hacen más evidentes en enfermos ya diagnosticados. Suele ocurrir porque los vasos sanguíneos están siendo dañados por la excesiva cantidad de glucosa que viaja por venas y arterias.

Esto hace que sea difícil para la sangre -necesaria para facilitar la curación- llegar a las diferentes partes del cuerpo.

Fatiga e irritabilidad.

Cuando la gente tiene niveles altos de azúcar en la sangre, dependiendo de cuánto tiempo conviva con ello, puede llegar a acostumbrarse a sentirse mal de forma crónica.

El tenerse que levantar al baño varias veces durante la noche hace que cualquier persona, al no dormir bien, esté cansada. Si a esto se añade el esfuerzo extra que el cuerpo realiza para compensar la deficiencia de glucosa, el cansancio aumenta.

Y estar cansado te hará estar irritable.

Visión borrosa, hormigueo, entumecimiento...

Tener una visión distorsionada o ver destellos ocasionales de luz son una consecuencia directa de los niveles altos de azúcar en la sangre.

La visión borrosa es un problema de refracción. Cuando el nivel de glucosa en la sangre es alto, cambia la forma de la lente y el ojo. Este síntoma es reversible una vez que los niveles de azúcar en la sangre regresan a un nivel normal o casi normal. Sin embargo, si se permite que el azúcar en tu sangre no esté controlado durante mucho tiempo, la glucosa puede causar un daño permanente, incluso, la ceguera.

Por otro lado, el hormigueo o el entumecimiento en las manos y en los pies, además de ardor o hinchazón, son también signos de que los nervios están siendo dañados por la diabetes.

Si los síntomas son recientes, es probable que esto sea reversible. Pero si hay niveles altos de azúcar en la sangre durante largo tiempo, el daño puede ser permanente. En casos extremos puede llevar a la amputación de miembros, como recuerda la OMS en sus '10 datos sobre la diabetes'.

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